Los dos Papas

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Lumaca. 

Voy hacia el programa de radio. Un nica discute con una mujer. Habla durísimo. Casi en mi oído. Va en el asiento de atrás. Sus manos gesticulan de manera violenta sobre mi cabeza.  

Yo voy leyendo un libro de Jiří Weil que me regaló mi amiga Gaby. Es un libro acerca de un nazi estúpido que confunde la estatua de Wagner con la de Mendelssohn. 

El nica se refiere a  sus peripecias, a la posibilidad de un divorcio. Luego habla sobre alguien que "tiene pantallita y tiene refrigerador". Y añade: "En cambio yo me he matado trabajando, porque hay que trabajar, y no tengo ni verga”.

Abandono la lectura y me pongo los audífonos. 

Es un lunes de temporal. Todo está nublado. Los zopilotes en el cielo son casi emprendedores del absurdo. Y el cerro de la Carpintera es un brócoli entre la niebla. 

Suena Michelle de Los Beatles. 

Recuerdo, entonces,  una escena de The Two Popes en la que Ratzinger menciona que él grabó en el mismo estudio de Los Beatles.. Y también recuerdo cuando Sábato decía, palabras más, palabras menos, que si a alguien le gusta Mozart y no le gusta Los Beatles, en definitiva, nunca entendió nada de música.

Hace un par de días vi esa peli, la de los dos Papas. La vi con mi esposa. Postrados en la cama. Un domingo. Y ella me dijo: “El Papa Francisco es el PAC del Vaticano… Pura payasada  y nada de contenido”.

Y sí… 

El Papa Francisco llegó a ser Papa, únicamente, porque Benedicto renunció. Como ganó el PAC en el 2014. Y también como ganó el PAC en el 2018. Porque nadie puede negar que Fabricio, tanto como Johnny, son dos formas de renuncia.  

El Papa alemán fue Papa como si Carlos Manuel Castillo o, lo que es igual, Ottón Solís hubieran sido presidentes. Mucha erudición. Mucha profundidad. Nada de carisma. 

Francisco, en cambio,  es Luis Guillermo Solís vestido de bombero y de afrodescendiente. O es Carlos Alvarado jugando al enojado en Nicoya. Es el gesto. Es el posteo. Es el selfie. Es, en otras palabras, la política de hoy. 

En la peli, Ratzinger menciona que existimos en Dios, que es eternidad. Y Francisco dice que es preciso cambiar, adaptarse al contexto.  

Ratzinger, al igual que yo, quizás se hubiera puesto los audífonos ante el infortunio del nica. Ratzinger, pese a grabar en Abbey Road, no sabía identificar una canción de Los Beatles porque no sabía identificar lo mundano. Francisco, como el PAC, jugando al cristiano primitivo (o al socialdemócrata, da igual), de fijo le hubiera puesto atención y no hubiera hecho absolutamente nada. 

Ya lo decía Quevedo: Buscas en Roma a Roma, ¡oh, peregrino!, y en Roma misma a Roma no la hallas

FABIÁN COTO CHAVES

@fabicocha