Variaciones sobre un tema de Dmitri Shostakovich y su Sinfonía No. 7 en Do Mayor, Opus 60.
Ejecución de la Orquesta Sinfónica de Costa Rica 8 de noviembre 2019
Para usted amigo lector, este artículo se dividirá en cuatro cortas y compactas secciones, con el fin de lograr comprender de una forma integral la “Sinfonía de Leningrado”; I. Interpretación de la Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica. II. La pasión y Dirección del Director Rossen Milanov; III. Vida de Shostakovich al momentum de creación de la obra; IV. Complejidad de la historia detrás de la Sinfonía No. 7 en Do Mayor y, es oportuno hacerlo en secciones para procurarle al lector la unicidad histórica. Empecemos
I. La Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica. (OSN)
“Inspiración y expresividad más allá de su proverbial capacidad de equilibrio”.
La OSN interpretó este fin de semana por primera vez en su historia la “Sinfonía Leningrado”. Esta vez su formato escénico cambió de manera muy positiva pasando de un elenco con 100 músicos y un video preliminar para que el asistente pudiese ubicarse mucho mejor en el contexto del por qué la génesis de la obra maestra. Como seguidora constante de la OSN puedo decir que la obra obtuvo su punto máximo, su clímax de pasión, de excelencia y a mi criterio la mejor ejecución de esta temporada del 2019. El Teatro Nacional en ambas fechas estuvo a cupo completo, muy concurrido por jóvenes y adultos amantes del Arte musical. Tanto Director y la Orquesta fueron ovacionadas durante largos minutos. La calidad de su sonido y la dinámica sonora, fueron rasgos en los que la orquesta y su director se empeñaron a fondo. La Sinfonía goza sonoridades fantasticas y combinaciones tímbricas originales y fue expuesta con pulcritud ejemplar. La Sinfónica Nacional tuvo un papel muy destacado, impecable, con extraordinarias dotes escénicas, plena de bellos matices y colores musicales. Sí, cada nota musical metafísicamente desprendía colores, fue sencillamente, deslumbrante brillantísima, extraordinaria.
En esta ocasión se mostró por parte de la OSN, talento, talento y más talento. Fue una obra muy bien lograda por el sincretismo entre Director y Orquesta. El público respondió con bravos y aplausos durante cerca de cinco minutos. Shostakovich volvió a triunfar.
La brillantez y sonido, no solo demostró tener claro el discurso, sino que hubo inspiración y expresividad más allá de su proverbial capacidad de equilibrio. Dibujó el tema inicial con la majestuosidad requerida. La percusión, los vientos y las cuerdas desde su inicio hasta su final demostraron que podían con cualquier cosa. Desde lo mas profundo del escenario, empezó a surgir el tambor, que marcó la tremenda marcha de la invasión, construida con aplomo y seguridad. A ese gran nivel estuvo también el Allegro non troppo final, pleno de brío e ironía, donde el gran nivel de la Orquesta brillaron por si solos. Sobresalieron a tal altura los movimientos centrales, sobre todo el impresionante Adagio, donde Shostakovich exaltó la miseria de un país ocupado por los nazis, tuvo una intensidad dramática, donde el flautista nos dejó momentos inolvidables.
II. Su director Rossen Milanov
Milanov ha expresado “…soy un colaborador porque la música es siempre más importante que yo, es para el público”
Muy grata sorpresa fue contar con su dirección magistral, sus movimientos perfectos hipnóticos y apasionados, imposibles de dejarlos pasar por alto, fueron elementos fundamentales para guiar a los músicos. En muy breves palabras Rossen Milanov, Búlgaro, nacido en el año 1965, actualmente es el Director principal de la Orquesta Sinfónica de la Radio y Televisión de Eslovenia en Ljubliana. Estudió oboe y Dirección de orquesta en la Academia Nacional de Música de Bulgaria y obtuvo una maestría en oboe en la Universidad de Duquesne. Estudió dirección en el Curtis Institute of Musicy en la Juilliard School, donde recibió la beca Bruno Walter Memorial. Célebre por su versatilidad, Milanov dirige también ópera y ballet. Recientemente ha colaborado con la Komiche Oper Berlin (Lady Macbeth of Mtzensk de Shostakovich), Ópera de Oviedo (Mazzepa de Tchaikovsky y El castillo de Barbazul de Bartok), Ópera de Columbus (La Traviata de Verdi). Para sorpresa de algunos es cantante de opera y tiene una especial afición a la cocina.
En sus propias palabras y, que tuvo la deferencia de transmitirlo a sus músicos, en sus ensayos indicó:
«Hay que elegir bien cuáles son las cosas que hacen de un concierto un recital de nivel mundial. Cuáles son las fuerzas que nos proyectan hacia adelante y cuáles son las que nos frenan. Eso es lo más importante, porque, a veces, no tenemos una visión como colectivo. Y, para una orquesta con ambición de ser mejor, hay que tener devoción a la música. Eso es lo primero. Lo más importante»
«Cada concierto ha sido algo inolvidable, porque, para mí, no hay una dirección y una orquesta, sino que, cuando estamos haciendo música, la hacemos juntos. Esa ha sido mi máxima en todas las orquestas en las que he trabajado. Siempre pienso en mí como en un colaborador, porque, para mí, la música es siempre más importante que yo».
Milanov ha tenido retos profusamente cuantitativos y cualitativos, tales como dirigir numerosas Orquestas Sinfónicas de Estados Unidos de Norteamérica, Europa, Asia, Latinoamérica. No se mencionan aquí porque la lista es larga.
Respetado y admirado por igual por público y músicos, Rossen Milanov es actualmente el director musical de la Orquesta Sinfónica de Columbus (CSO), la Orquesta Sinfónica de Chautauqua, la Orquesta Sinfónica de Princeton y el nuevo Director Principal de la Orquesta de la RTV Eslovena en Liubliana.
Rossen Milanov se ha establecido como un director con una considerable presencia en los Estados Unidos, y a nivel internacional. Recientemente ha finalizado un compromiso de siete años como Director Musical de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) en España. En América ha dirigido, entre otras, a las Orquestas Sinfónicas de Toronto, Vancouver, Colorado, Detroit, Indianápolis, Milwaukee, Baltimore, Seattle, Fort Worth, a la Orquesta de Filadelfia, y a la National Symphony Orchestra en el Kennedy Center, a la Orchestra of St. Luke’s en el Carnegie Hall con los proyectos educativos “Link-Up!”, y a la Civic Orchestra en Chicago.
Internacionalmente, ha colaborado con la Orquesta Sinfónica de la BBC, la Orquesta de la Suisse Romande, la Orquesta Filarmónica de Rotterdam, la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, la Orquesta Sinfónica de Tenerife, la Orquesta Sinfónica de Aalborg, las Orquestas Sinfónicas Nacionales de Hungría y de Letonia, la Filarmónica KwaZulu-Natal en Sudáfrica, la Orquesta Sinfónica Nacional de México, la Sinfónica Nacional de Colombia, la Sinfónica del Estado de Sao Paulo , la Sinfónica de Belo Horizonte y la Sinfónica de Nueva Zelanda. En el Lejano Oriente ha dirigido a las Orquestas Sinfónicas de NHK, Sapporo, Tokio, Singapur, las Filarmónicas de Malasia y de Hong Kong, etc.
Milanov ha colaborado con algunos de los artistas más importantes del mundo, incluidos Yo-Yo Ma, Itzhak Perlman, Joshua Bell, Midori, Christian Tetzlaff, Maxim Rysanov, Gabriela Montero y André Watts. Durante sus once años en la Orquesta de Filadelfia, Milanov realizó más de 200 actuaciones. En 2015, dio por concluida su titularidad de 15 años como director musical de la “Symphony in C”, reconocida orquesta académica en Nueva Jersey, y en 2013, su titularidad de 17 años con la New Symphony Orchestra en su ciudad natal de Sofía, Bulgaria. Su pasión por la nueva música ha dado lugar a numerosos estrenos mundiales de obras de compositores como Derek Bermel, Mason Bates, Caroline Shaw, Phillip Glass, Richard Danielpour, Nicolas Maw y Gabriel Prokofiev, entre otros. (Fuente)
III. Dmitri Shostakovich
Dimitri Shostakovich nació en San Petersburgo el 25 de septiembre de 1906 y falleció el 9 de agosto en 1975. Fue compositor ruso, estudió con su madre, una pianista profesional, y después con Shteynberg en el Conservatorio de Petrograd desde 1919 hasta 1925. Su pieza de graduación fue la Sinfonía numero 1, con la cual también obtuvo mucha popularidad internacional. Como varios compositores soviéticos de su generación, Dimitri trató de reconciliar la revolución de la música de su época con el socialismo revolucionario. Pero el mayor logro de esta época fue su segunda ópera "Lady Macbeth", donde la emoción y la parodia vienen de la mano en una obra de un resplandor inmenso. Lady Macbeth tuvo mucho éxito en Rusia, Europa occidental, y los Estados Unidos, y gracias a esa ópera consideraron a Shostakovich como un compositor dramático esencial.
De las 4 sinfonías posteriores, la número 7 es una epopeya sobre la victoria en la guerra (que fue comenzada cerca de Leningrado), mientras que otras muestran la dicotomía entre el optimismo y la duda introspectiva, expresada con mucha ironía. Ha sido fácil explicar estos términos en la posición del compositor como un artista público de la antigua USSR durante la era del real socialismo, pero las divisiones e ironías en su música son sugestivas.
IV. Historia detrás de la Sinfonía de Leningrado
Shostakóvich decidió componer una obra majestuosa sobre los terribles momentos que se vivían dada la invasión alemana a Rusia: sería su Séptima Sinfonía, principiada en agosto de 1941. A mediados de septiembre habría concluido los dos primeros movimientos y así lo informó a la población de Leningrado en una emisión especial por radio.
A pesar de los bombardeos diarios, Shostakóvich continuó componiendo. El 27 de septiembre, justo al terminar el tercer movimiento, recibió órdenes terminantes de abandonar Leningrado. Con su esposa e hijos, llevando consigo los manuscritos de Lady Macbeth y de la nueva sinfonía y casi sin equipaje, salió por avión a Moscú. Se refugió en Kuibyshev, hoy Samara, a orillas del Volga, y el 27 de diciembre de 1941 puso punto final a la Séptima Sinfonía, titulada así por la ciudad de Leningrado. La Sinfonía consta de cuatro movimientos: I. Allegretto (ritmo menos vivo que el allegro), II. Moderato (velocidad intermedia), III. Adagio (tempo lento) y IV Allegro non tropo (no demasiado rápido).
La orquesta del Teatro Bolshoi de Moscú y su director Samuil Samosud tocaron en Kuibyshev el estreno mundial de la Séptima Sinfonía, con enorme éxito, en marzo de 1942. A fines de ese mes se tocó en Moscú en un concierto transmitido internacionalmente por radio. La obra adquirió el carácter simbólico de la heroica resistencia de Leningrado y capturó la atención universal. La partitura fue reproducida en microfilme que, como si fuera un documento ultrasecreto, se envió por avión de Moscú a Teherán, por tierra de ahí a El Cairo y otra vez por avión a Casablanca, donde lo recogió un barco de guerra norteamericano que lo llevó a los Estados Unidos.
En Leningrado, la Filarmónica estaba reducida a quince integrantes. Los demás habían muerto o desaparecido o se encontraban en el frente de batalla. Con mil dificultades logró el director Karl Eliásberg reunir a un grupo suficiente de músicos y la sinfonía se tocó el 9 de agosto en un memorable concierto que, en medio de bombardeos, se transmitió por radio a la ciudad a la que está dedicada. La historia es más larga y desgarradora, que daría espacio para un artículo aparte. Por ahora deja la curiosidad de saber más.
MARIANNA KONSTANZA
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