AC/DC para tomar mejores decisiones: ¿Bon Scott o Brian Johnson?
Debo realizar una confesión: no en pocas ocasiones miro con pesimista desdén el oscurantismo de la economía y debo recordarme constantemente la razón por la cual aún me es relevante. Con la misma abulia tiendo a sentir somáticamente el aluvión de monotonía, de veleidades y la sobre oferta de constricciones antropofágicas que nos presenta la vida moderna, y me pregunto ¿es acaso la liberad un estadio posible o simplemente una casual y paroxística dosis de una misma infusión de la que bebemos todos? Presumo lo segundo.
En virtud de lo anterior, el tornarse en un sórdido perseguidor de esas pequeñísimas filtraciones de libertad se vuelve una situación ineludible. Es así como di con la calma de uno de esos magníficos y tristes solos de guitarra que actualmente escasean tanto en la música, una canción paradójicamente suave y hasta casi melódica como el hálito de un viajante cansado, de coros suaves y reminiscencias intertextuales que recuerdan otras abdicaciones como aquella que escuchásemos por primera vez en la película Pat Garret y Billy The Kid, es decir Knocking on Heaven´s Door de Bob Dylan; me refiero a Ride On, de AC/DC.
Entregado completamente durante 5:53 minutos al coma por consonancia de una balada patronal de notas de blues escocés, me vi emboscado por una curiosidad impertinente que me recordaría dos cosas: la brevedad de nuestra escatológicamente elíptica dosis de libertad y la facilidad con que el prurito de la ciencia económica lo arruina todo.
Cómo llegué a un paper que habla sobre la eficiencia económica de AC/DC, no es una pregunta que deba mortificarnos (estoy seguro que el lector no querrá conocer la respuesta, ni yo admitirla), lo verdaderamente grave es de hecho encontrar literatura relevante a propósito del tema.
AC/DC es considerada una de las bandas seminales del rock cuyo influjo es casi tan vasto como el de otras bandas de culto como Led Zeppelin o Black Sabbath (al menos sus cuatro primeros álbumes, solo podemos confiar en esos). Pero que esta disquisición teórica respecto de una banda de rock (no puedo imaginar un contrasentido más absurdo en este momento) tenga asidero en mi curiosidad, estoy seguro, dice más que la confesión misma con la que comenzara esta columna.
Lo peor es que no solamente yo me he preguntado esto antes, parece que Robert J. Oxoby, del Departamento de Economía de la Universidad de Calgary se planteó una interrogante similar, al pensar en el debate sobre si AC/DC es mejor con Bon Scott o Brian Johnson (y sucedáneamente quién de los dos es mejor vocalista). Discusión harto conocida, digna solamente de los lastimeros Eddie Trunk y Jim Florentine (wannabe rockstars) o del mórbido humor econométrico (wannabe funny).
Para Oxoby la demostración es un juego, sucede que en Economía experimental existe algo que se conoce como “El juego del Ultimátum”, según el cual a individuos seleccionados aleatoriamente se les asigna un rol de proponente o de contestador. A los primeros se les da una determinada suma de dinero con la cual deben elegir una porción para ofrecer al contestador. El contestador, habiendo conocido la oferta (no así cuánto porcentaje del dinero del que dispone el proponente representa), puede aceptarla o declinarla. Al aceptarla la recibe el efectivo y el proponente se queda con la suma de dinero menos la oferta pero si la oferta es rechazada, ninguno recibe dinero.
Bajo la presunción de que los individuos prefieren conservar solo su propia riqueza es esperable que, y desde el análisis del equilibrio de Nash (si, Russel Crowe), el proponente ofrezca la cantidad mínima cuidándose de perder poco, y que el contestador acepte cualquier cosa por encima de cero solo para asegurarse alguna ganancia, lo cual es una asignación eficiente si pensamos que no hay pérdida en la transferencia del dinero.
Aunque el anterior es el resultado teóricamente esperable, algunas investigaciones (Caramer, 2003) muestran que típicamente los proponentes realizan ofertas en el orden del 20%-50% y que en promedio los contestadores rechazan las ofertas de menos de 30%, lo cual sugiere que los individuos no solo valoran su propia riqueza sino también la riqueza de otros y la equidad en la repartición. Esto ha fomentado nuevos modelos de comportamiento económico que incorporan aversión a la inequidad, cooperación y reciprocidad (por ejemplo los trabajos de Bolton y Ockenfels o Fehr y Schmidt).
Oxoby, sorprendiéndonos con una ociosidad solo superada por él mismo, realizó este experimento dotando a los proponentes de $10 para disponer y ofrecer algo al contestador, con la variación de que durante el experimento se reprodujeron diferentes canciones de AC/DC; para Bon Scott se utilizó It´s a long way to the top del célebre álbum de 1976 “High Voltage” y para Brian Johnson, el himno de los intrépidos de bolsillo Shoot to Thrill, del exquisito “Back in Black” de 1980.
Planteado de esta manera siguiendo las vinculantes conclusiones derivadas de la corriente de Neuroeconomics y Behavioral Economics, entre los cuales es especialmente ilustrativo el trabajo de Bernardi del año 2006 (Cambios cardiovasculares, cerebrovasculares y respiratorios inducidos por diferentes tipos de música: la importancia del silencio. Heart, 92:445–452.), que demuestra que la música reproducida durante las elecciones tiene un impacto directo en las mismas y que cada estilo musical tiene un efecto psicológico distinto sobre cada uno de los individuos participantes; el experimento pretende determinar la influencia de uno u otro vocalista en la toma de decisiones.
Como resultado del experimento, quienes participaron mientras escuchaban la canción de Bon Scott extendieron ofertas en promedio de $3.28 y los que escuchaban a Brian Johnson de $4 en promedio (con reparo en la desviación) y en términos de análisis de la oferta mínima aceptada (OMA), generalizadamente las ofertas fueron menores y la OMA para los participantes expuestos a la música de Scott fue más alta, esto quiere decir que se rechazan más ofertas al escuchar a Bon que al escuchar a Brian. Lo cual es hasta inferencial si consideramos que comúnmente se asocia Shoot to Thrill con actuaciones incautas y aventuradas, revestidas de invencibilidad (¡basta con ver Iron Man!).
Después de analizar los resultados es posible concluir que nunca la Economía podrá dirimir en una cuestión fundamentalmente romántica como lo es cuál de los dos vocalistas de AC/DC es mejor, pero sí cuál de ellos tiene mayor influencia en la toma de decisiones: Brian Johnson.
Quizá es tiempo de cambiar la música de la Orquesta Mantovani, en los elevadores de las recepciones de las administradoras de carteras de inversión, por una exquisita selección del repertorio del AC/DC de Brian Johnson, motivando a tomar decisiones más aventuradas y riesgosas.
Quizá sea yo que deba remitirme a disfrutar de esas pequeñas gotas paroxísticas de libertad como “Ride On” y otras experiencias estéticas incidentales, sin dar rienda suelta a la imaginación económica, aprovechando esos brevísimo momentos de lúcida evasión que nos regalan las artes.
O quizá Oxoby debería conseguirse un trabajo.
LUIS CARLOS OLIVARES
luigyom@hotmail.com