Un Ruiseñor
DANIEL BOJORGE
“En China, como sabes muy bien, el Emperador es chino, y chinos son todos los que lo rodean. Hace ya muchos años de lo que voy a contar, mas, por eso precisamente vale la pena que lo oigan, antes de que la historia se haya olvidado.”
El padre de la literatura infantil, el danés Hans Christian Andersen escribió un cuento sobre la lejana china. En el texto, el Emperador de estas tierras lee en un libro extranjero que en sus propios bosques vivía un ruiseñor cuyo canto era lo más hermoso que ha existido. Intrigado por un hecho del que no tenía la más mínima noción, envió a sus pajes en busca del pájaro. Sus criados encuentran al ave y esta accede a visitar el palacio para ofrecer su canto al soberano. Tal fue la impresión de su cantar que las lágrimas brotaron de la cara del Emperador. El pájaro queda en palacio hasta que al gobernante le regalan un ruiseñor mecánico y olvida al verdadero.
Éste vuelve al bosque.
De pronto, un día, el Emperador enferma de muerte y en su lecho, le pide al artefacto que reproduzca sus dulces notas. Este se estropea y deja de cantar. Es entonces cuando la Muerte se posa sobre el Emperador, toma su corona y su sable y en el momento justo en que el soberano exhalaría su último aliento, aparece el verdadero ruiseñor que, con su majestuoso canto, emociona a la Muerte que deja vivir al Emperador.
La mayoría de los críticos apuntan la relación entre el cuento de hadas y el amor secreto de Andersen por la soprano sueca Jenny Lind, el ruiseñor sueco.
El cuento está lleno de simbolismos e ideas sobre el amor, la muerte, el sueño, lo artificial y lo sublime.
Sin embargo, me permito presentarles una lectura: El arte como aquello que espanta a la Muerte, a lo cotidiano, de lo triste y terrible de estas dosis de realidad.
El ruiseñor decide volver al bosque a pesar de la pompa del palacio. Sabe que, en el fondo, el eco de su canto debe resonar entre los bosques, sobre el mar y la costa, en el aire.
Quizá en este país gobernado por un presidente que es tico como ticos son (casi) todos los que lo rodean, nos hace falta recordar que un buen día el canto del ruiseñor puede entretener a la muerte y darnos, con mucha suerte, otra oportunidad más en esta tierra de IVA, huelgas, déficit fiscal y tardes de bochorno decembrino.
DANIEL BOJORGE
Docente y Escritor