¿Qué pasa si morimos en los sueños?
Los sueños son una antojadiza especie de metonimia de sastrerías y tísicos caleidoscopios, la transnominación que significan es un líquido juego de retazos que evita hablarnos de frente.
1. El sueño como Ética de lo Tránsfuga
A este paradigma de irrealizaciones que llamamos “sueños”, lo he denominado “la Ética de lo Trásfuga”: el sueño, por ejemplo, de don José Joaquín Salas solo se logra a través de la categoría onírica derivada de la fermentación de la caña dulce, el siempre cerrado condicionamiento futuro al que adscribimos nuestro deseo de “no tener ninguna pena” que se hace accesible solamente a través del consejo baudeleriano:
Il faut être toujours ivre.
Tout est là:
c’est l’unique question.
La isotropía que somos, así diminuta y mentida, ha logrado independizarse sexual y modélicamente de la heráldica familiar, pero ha sabido hallar nuevas otredades a las cuales oponerse, tornándose en un dispositivo de discurso que reverbera de nueva cuenta homogámico, develando la novel importancia política del amor romántico.
Nos han enseñado no a movilizarnos ascendentemente sino a aspirar a poco, a conformarnos con la modesta posesión de dogmas y otras enajenaciones que han devenido en un arquetipo frugal y concubino de ese grupo de aristones con rabos de chancho.
A los efectos, podemos identificar el amor romántico con esta tendencia a obtener tanto como se pueda en el mercado de narrativas dispositivas: ambos producen directa o indirectamente una tendencia a la homogamia. De tal tendencia resulta inevitablemente la endogamia, en la medida en que las cualidades implicadas son adscritas, es decir, en la medida en que guardan relación con el origen social.
2. La significación de los sueños según la escuela de Eigennutz
Los sujetos, microcolonizados, los alienados abhor-ígenes posmodernos, creen que amenamente pareciéndose a los conversos primus inter pares de este universo tiesamente transhumano, llegarán alguna vez a celebrar analógicamente las virtudes de los otros. Un franco autoengaño,
Oh, qué suerte tan bonita que pa´mi tendrá que ser!
Nos restan pocas defensas. Soñar con equidad, dicen los psicólogos clínicos de la escuela del Eigennutz –célebres seguidores del poder de la coalición como criterio de resurrección política- comporta un deseo subrepticio de expoliación inaceptable para la ética de lo público.
Similarmente han interpretado que soñar con sembradíos es una manifestación de un deseo reprimido de culpabilidad por despojo, lo cual comúnmente conduce a pensar que existe un apetito reprimido por “ideales que no les pertenecen, metas que les serán imposibles de realizar”.
Lo cual, si pensamos detenidamente, tiene sentido; sobre todo si examinamos los patrones de valor en los cuadros de movilidad patrimonial en comparación con la movilidad social, en los cuales las correlaciones obtenidas con respecto a la clase, son en general ligeramente mayores que las obtenidas con respecto al prestigio, pero ambas superan ampliamente a las que son producto del trabajo.
Aunque “(…) la diferencia en todo caso es tan pequeña que se corre menos riesgo de errar si se le ignora que si se le considera”, coinciden los teóricos de la Eigennutz.
3. Relevancia, para nadie, de la homogamia.
Podemos examinar la importancia política de la homogamia en dos niveles sucesivos: El primero es que es responsable de la endogamia. El segundo es que, además, es responsable de la relación lineal entre sujetos de intereses aparentemente disímiles, es decir, de la movilidad interestatutaria en función de la impresión por pérdida de poder.
Esta dinámica tiene la particularidad de que prostituye la idea de franquear los límites entre la patente e irrisoria incompatibilidad estatutaria y la necesidad póstuma ontológica (“ser” en la patología política), es decir, de revivir muertos.
4. Críticas a la Eigennutz
Comúnmente entre los teóricos más representativos de la teoría hipnótica de los sueños –la única con probado valor científico- han criticado la escuela Eigennutz y su acervo de pensamiento por su palmaria evasión al tratar de encontrar una respuesta al significado de los sueños personales de la muerte, principalmente las críticas más puntuales se pueden resumir en los siguientes puntos:
i. Desdeñan de la investigación metodológica que inicia con la pregunta a propósito del significado de los sueños tanatológicos, aduciendo que al ser la muerte una circunstancia tan democrática, su análisis es fútil.
ii. Yerran al consentir que “morir en el sueño” y “morir de los sueños” son dos preposiciones axiológicamente iguales. Las vertientes más atrevidas de su corriente de pensamiento admiten que si hay una diferencia, ésta será solamente semántica, por lo tanto virtualmente igual.
iii. Definen “muerte” y “sueño” como dos patrones temerarios de amenaza, es decir como una tendencia al autoritarismo y asocian la muerte del sueño como un hecho fundamentalmente circunstancial, es decir, una “externalidad negativa”.
iv. A pesar de rehuir a la elaboración metodológica de un criterio homólogo sobre el significado de la muerte en los sueños, han admitido de manera extraoficial que soñar con la muerte propia implica una avidez oculta por los patrones autoritarios. De ahí se deriva precisamente otra crítica, la cual es el señalamiento de que esta admisión tácita ha permitido la politización de sus criterios clínicos.
5. Pero entonces ¿qué significa morir en sueños?
Primero es menester decir que hay una grave diferencia entre morir en sueños y el morir de los sueños, que no es marginal ni mucho menos. La creencia popular de que al morir en sueños se detiene la vida, parece comportar un criterio de realidad que se manifiesta diferente entre los distintos grupos poblacionales: solamente un 1% de la población resucita, para ese porcentaje, el 100% de sujetos (que nos ha permitido recolectar datos y construir una matriz empírica) el haber muerto en sueños ha causado que se lleve una vida más tranquila, es decir, el retiro productivo.
Para este grupo de personas, el morir en sueños significa el devenir de una inefable perspectiva de cambio vital, un hito revulsivo, un renacer emotivo y romántico.
Sobre el restante 99% de sujetos cuyos sueños son de muerte, literalmente se mueren en sueños. Es por eso que el análisis correlativo no ha sido lo suficientemente profuso, paradójicamente, como para exhibir resultados concluyentes.
Sin embargo, para este segundo grupo, el morir en sueños solo puede significar una cosa:
la muerte literal, la muerte que se hereda, la muerte de verdad.
LUIS CARLOS OLIVARES
luigyom@hotmail.com