Inventar una ética del futuro
AVISHAG ZAFRANI
El tiempo y el espacio son condiciones a priori en las que vivimos, todas las experiencias posibles de lo vivido se inscriben allí. Ninguna experiencia es posible fuera del tiempo ni del espacio. Sin embargo, estos días el tiempo se disuelve y se extiende, el espacio se cierra y se agranda simultáneamente. Están suspendidos a una aprehensión, ritmada también por la cantidad de enfermos y de muertos.
Por otra parte, la actualidad dramática quiere ser relativizada en beneficio de las reconfiguraciones que permite el confinamiento. En suma, una aventura psicológica, modelada a la sombra de los obstáculos económicos. Se esperan utopías nuevas, se sueña con la auto-suficiencia, el aire puro y poder terminar nuestras lecturas. El espacio público está desierto, el espacio privado está saturado, ya sea de reposo, de satisfacción, de teletrabajo o de excesos. Las dicotomías se estrechan, las ocultaciones sociales se desplazan.
¿Estos días que nuestro consumo se ha reducido, a qué cede su lugar el fetichismo de la mercancía?¿Cómo renacerá el capitalismo, esta vez, de la suspensión de su actividad? ¿Cómo se ejerce la política fuera del espacio público? Pero algo me interesa más justamente estos días. Se evoca mucho a Hans Jonas (1903-1993) actualmente cuando se habla del “principio de precaución”, el cual se piensa deriva del “principio de responsabilidad” forjado por este filósofo.
La actividad tecnológica y su efecto sobre el tiempo lejano
Se cita mucho a Jonas para criticar su visón “pesimista”, “temerosa” del camino de la actividad tecnológica humana, y de ahí, se descalifica un pensamiento que se opondría al progreso, o que estimularía afectos temerosos. Todo esto es resultado de una mala lectura.
En realidad, Hans Jonas elaboró una nueva ontología que esperaba pudiese determinar una vida ética. Lo que podríamos resumir por un “deber ser” fundado sobre el ser. ¿Cuáles son estas leyes del ser? ¿Indican acaso comportamientos adecuados, capaces de preservar las condiciones de existencia del ser humano? ¿Cuál es este ser? Lo vivo.
Contrariamente a otros filósofos, el ser no es una esencia conceptual olvidada, sino que se trata de lo vivo. De suerte que su filosofía es una filosofía del entorno, una ética de lo vivo. Pero más aún, en tanto ética se enfrenta al problema del tiempo. Veamos, la actividad tecnológica del ser humano, desmedida, tiene consecuencias sobre un tiempo lejano, el cual concierne a generaciones que no existen todavía, incluso si estos efectos son ya significativos.
La obra compensatoria de la naturaleza
La ética que se debe inventar es entonces una ética del futuro, que tome en cuenta la responsabilidad para tiempos indefinidos, personas ficticias y espacios cuya reconfiguración o desfiguración no podemos anticipar. Fue en 1979 que Hans Jonas publica El principio de responsabilidad. Ironía de la suerte, su apellido remite a la figura profética que se esconde en el vientre de una ballena para no anunciar malas noticias.
Pero Hans Jonas no era un profeta. Amaba la ciencia ficción, literalmente la mezcla de aportes científicos sobre un tema y el imaginario susceptible de prolongar y dibujar los contornos de ese horizonte ecológico incierto. Aún si el miedo era la palanca afectiva de la responsabilidad -y el miedo tiene sus razones- era la libertad humana, imagen última, la que motivaba la voluntad profunda de Hans Jonas.
De estos tiempos lejanos, algo hemos percibido en estos días. No estamos, tampoco, exactamente en “la actualidad”. No estamos, exactamente, en un “problema ecológico”, y sin embargo pensamos en ello. Vemos las mediciones de contaminación antes y después de la cuarentena. Algunos observan allí la actividad compensatoria de la naturaleza. Podemos ver peces y cisnes que han vuelto a los canales de Venecia. Los autos se han detenido, los sonidos de la ciudad dan lugar al canto de los pájaros.
La búsqueda del mejor gobierno
Un entusiasta naturalista (re) emerge. Se le esperaba. Se vislumbra una unidad cosmopolita: “estamos en estos juntos”. Se estimula la aspiración a un sentimiento universalista común. Hans Jonas fue muy criticado por haber dudado de las capacidades de la democracia para resolver los problemas ecológicos. Es muy consensual, muy lenta, muy neoliberal.
Pero se trata de un error, Jonas buscaba el mejor gobierno, aquél que fuese capaz de resolver la cuestión del “sentimiento” de renuncia al cual los problemas ecológicos nos iban a confrontar. ¿Estamos listos para renunciar a un cierto tipo de productividad? Pero sobretodo, Jonas advertía sobre la posibilidad de un gobierno autoritario.
Si no anticipamos los cambios que vienen, los gobiernos estarán legitimados para tomar medidas restrictivas, autoritarias, y limitarán la libertad individual. No obstante, lo vivo surge de una libertad que la materia inorgánica se dio a sí misma, de manera contingente, al inicio del mundo.
El efecto de las restricciones
La libertad es originaria en la existencia misma de lo vivo. El ser humano se distingue en el seno de esta herencia de la libertad, puesto que carga consigo la libertad moral. Lo que significa que puede también transgredir las reglas de la conservación de la vida, puede enfrentarlas, la mayor parte del tiempo, sin gran peligro. Incluso, en una perspectiva creadora y artística, la pulsión de muerte no es algo sistemáticamente mórbido. Pero puede el ser humano también destruir sus condiciones de existencia, y perseguir con su libertad, en realidad, la servidumbre.
¿Sentimos hoy el efecto de estas restricciones y la idea que dan de las restricciones futuras -seguramente más estrictas y extendidas en el tiempo-? ¿No es acaso el futuro penetrando el presente, permitiéndonos entonces tomar distancia con éste? Quizás lo lejano interviene más claramente hoy, y si Jonas se había esforzado en hacerlo más concreto a través de una nueva ontología -siempre abstracta para algunos-, en estos momentos, los tiempos se han encontrado.
*Artículo originalmente publicado en Le Monde
** Traducción para Página Abierta del profesor Luis Adrián Mora
Avishag Zafrani
Doctora en filosofía por la Universidad Paris 5-René Descartes, Francia.
Autora de Le Défi du nihilisme : Ernst Bloch et Hans Jonas
(Ediciones Hermann, 2014)