La TEDxcracia

Es como cuando uno compra salmón y termina comiendo jurel tipo salmón. O como cuando compra zapatos italianos y, al cabo de dos semanas, termina luciendo zapatos chinos tipo italiano. 

Nos lo presentan como interpretación correcta de la realidad y, en el fondo, se trata de demonología. O mejor dicho, se trata de un rito en el sentido más estructuralista: un dispositivo espectacular. 

Y como todo rito, por supuesto, es normativo. 

Su eficacia simbólica consiste, precisamente, en la creación de una matriz a través de la cual se transmite un saber que, a su vez, constituye un arcano para el resto de la comunidad. 

Es el esquema TEDx: un sacerdote o pitoniso, calculadamente casual, muestra datos y nos revela la verdad. 

Sucede todos los días al mediodía: el Ministro de Salud y su equipo de teólogos sanitarios conoce una realidad oculta y solo ellos son capaces de leer e interpretar las Sagradas Escrituras, los datos oficiales.  

Por eso cuestionar los datos oficiales equivale a cuestionar la interpretación de la palabra revelada. Por eso en cada entusiasta que comparte sus modelos matemáticos de la pandemia hay un díscolo Lutero que traduce La Biblia al alemán.  

No olvidemos que la Santa Inquisición, de cierto modo, fue la primera agencia de fact-checking:   

El desarrollo del punto de vista copernicano, desde Galileo hasta la astronomía contemporánea, justamente, se consolidó a partir de una fuerte creencia que reñía con todo aquello que considera razonable en la época. Cuando Galileo afirmó haber visto satelites alrededor de Júpiter, el astronomo Francesco Sizi sentenció: Los satélites son invisibles a simple vista, y por tanto no pueden tener influencia sobre la Tierra, y por tanto serían inútiles, y por tanto no existen.” 

Y Galileo les ofreció su telescopio y les indicó que allí estaban y les pidió que miraran. Pero sus ojos no estaban hechos para ver lo imposible. El episteme de la época lo impedía. 

Para Feyerabend, Galileo siguió el camino correcto en el tanto su persistente empeño en lo que parecía una estúpida cosmología, al fin de cuentas, creó el material que se necesitaba para la defensa de esta cosmología. Todo esto, naturalmente, iba en contra de aquellos que solo aceptan una visión determinada de las cosas y que confían en ella solo si contiene “ciertas frases mágicas llamadas informes observacionales”

Y bueno, ya todos sabemos que ocurrió con Galileo... 

La experiencia ritual de la TEDxcracia no necesariamente transmite los mensajes de forma directa. Hay, por el contrario, un contexto relacional en que los mensajes, incluso, contrastan con la experiencia cotidiana. Este es, justamente, el momento culminante de los TEDxcratas: transmitir un mensaje que resulta absurdo en tanto no coincide con el sentido experiencial de lo real.  

Un buen ejemplo de ello: el contraste entre datos oficiales que negaban la existencia de una crisis económica y la vivencia cotidiana de todos aquellos que iban perdiendo, a veces de forma paulatina y a veces de forma abrupta, sus empleos y su capacidad adquisitiva. 

Para Fernández Porta la estadística no es más que ese ámbito de unión entre la matemática y la caridad: cualquier hijo de vecino, por más inepto e incompetente que sea, mediante un sencillo arreglo de datos, puede llegar a ser el mejor en algo. Pero también puede ser el ámbito de unión entre la matemática y crueldad. 

Los datos, como todo otro producto social, precisan de una validación que depende de factores muy diversos. En las TEDxcracias esa validación, más que de comités académicos o concilios de teólogos seculares, depende del reconocimiento de los medios de comunicación. Eso explica que días atrás consideráramos como datos validados las declaraciones que emitiera cierto microbiólogo a la TEDx, muy a tono con la narrativa oficialista, y que, por su lado, las consideraciones de académicos e investigadores ni siquiera hayan sido tomadas en cuenta. 

FABIÁN COTO CHAVES

@fabicocha