Yayoi Kusama: “Infinity Obsession” La Artista de la locura y la sexualidad
La biografía de esta mujer sobresaliente e inteligente, arrastra un historial familiar lleno de dolor, terror y un trastorno psico-afectivo. No obstante innovó y revolucionó el mundo del arte. No es una mujer cualquiera, es extraordinariamente productiva, sin embargo en 1977 por su complejo comportamiento obsesivo y por voluntad propia se internó en un centro de salud mental en Tokio, que trabaja con terapia de arte, ahí tiene su propio Studio. En la actualidad con poco más de seis décadas de trayectoria Yayoi Kusama continúa produciendo.
No deberíamos permitir que la dramática biografía de Kusama influya en nuestra manera de juzgar y apreciar una obra que incluye piezas de belleza y profundidad notables. De hecho, muchas de ellas, sobre todo las de los primeros tiempos, pueden entenderse como totalmente independientes de sus trastornos emocionales. Es posible disfrutar de la profundidad del trabajo de Kusama entendiéndola como una artista joven y melancólica (pero no necesariamente demente), sin vincularla a su enfermedad, incluso aunque la propia Kusama en ocasiones explotara sus dificultades, en un esfuerzo por incrementar su ya considerable notoriedad. (No es mi intención abordar su enfermedad psíquica en este artículo, tan sólo lo menciono en aquellos casos en que la obra resulta claramente influida por sus dificultades mentales, puesto que en tales casos estas dificultades han pasado a formar parte de la propia obra).
“Mi arte es una expresión de mi vida, en particular de mi enfermedad mental”. “Hago arte para no suicidarme”. Transformé mi trauma en arte”.
Su obra está desbordada de colores, de espontaneidad y de grandes superficies cubiertas por lunares -redes infinito- que constituyen desde entonces su elemento plástico más característico, su seña de identidad.
El arte como ente catártico se refleja en su trabajo artístico, una de las artistas más importantes de Japón en los últimos años. La técnica de Kusama se caracteriza por saturar grandes lienzos y diversos espacios físicos con círculos multicolores, puntos y lunares repetitivos que invaden y diluyen todos los elementos alrededor. Escenas que recrean un infinito ilusorio, motivo recurrente en cada una de sus piezas. Estos patrones han sido la fuga para el trastorno obsesivo-compulsivo y la depresión que acompañan a Kusama desde la infancia. Sus trabajos pictóricos, esculturas y escritos surrealistas son un constante diálogo interno, medios por los cuales refleja también su represión sexual, la empatía por los movimientos feministas así como experiencias de diversas facetas en su historia personal. Ella es parte de su obra.
Yayoi Kusama, nació en Matsumoto, Nagano, Japón, en 1929, hoy a sus 90 años sigue vigente. Comenzó su carrera artística en la década de los años cincuenta. En 1957 abandonó Japón para vivir en los Estados Unidos. Durante su estancia en Nueva York, estableció rápidamente su reputación como una líder en el movimiento Avant-Garde. Organizó “happenings” extravagantes en lugares visibles y concurridos como el Central Park y el Puente de Brooklyn. Kusama es también novelista, poeta, y ha desarrollado una notable labor en el cine y el diseño de moda. Yayoi Kusama ha exhibido su trabajo con celebridades como Claes Oldenburg (1929/90 años), Andy Warhol (1928-1987), Donald Judd (1928-1994) y Jasper Johns (1930/89 años).
Su trabajo comparte algunos atributos del feminismo, minimalismo, surrealismo, Art Brut, Pop y Expresionismo Abstracto. Su obra está impregnada de contenido autobiográfico, psicológico y sexual e incluye pinturas, esculturas, performances e instalaciones.
Desde una perspectiva más amplia, en el mundo del arte siempre ha existido una dicotomía entre lo marginal y lo profesional. Kusama logra conciliar ambos aspectos en obras que alcanzan un alto nivel de competencia escultórica. De modo que a diferencia de otros artistas “naïf”, Kusama es perfectamente consciente de lo que supone ser famoso en el mundo del arte, y ha demostrado ser especialmente astuta, habiendo sabido labrarse una excelente reputación en Nueva York, En 1973 regresó a Tokio. Durante los 15 años que vivió en Nueva York, Kusama participó en eventos y protestas políticas, realizó sus famosas pinturas infinitas, logró gran notoriedad por sus objetos cotidianos cubiertos de falos de tela y alcanzó un importante prestigio por la originalidad, no sólo de su obra, sino también de su comportamiento. En todo caso, las actuaciones de Kusama respondían a una mezcla de inteligencia y habilidad encaminada a asegurarse una buena reputación en el mundo del arte neoyorquino.
A Kusama se le conoce sobre todo por sus objetos recubiertos de falos, lo que incluye una barca de remos, un sofá y varias sillas. Estos trabajos, se puede suponer que nacen del miedo que los genitales masculinos inspiraban en la artista, chocantes sí, pero su valor escultórico es innegable. Kusama posee el suficiente sentido estético como para concebir su arte y crea esculturas cuya existencia es autónoma. Una de sus imágenes más emblemáticas consiste en un bote con remos cubierto de falos de tela y rodeado de fotografías en blanco y negro. Como la mayoría de las obras tridimensionales de Kusama, se trata de una pieza deslumbrante, excéntrica y de alto valor escultórico. Se diría que Kusama tiene el don de crear tanto obras de una exquisita delicadeza como objetos tan crudos que pueden resultar para algunos vulgares.
A sus 88 años, Yayoi Kusama inauguraró su propio museo en Tokio, cinco plantas que albergan 270 de sus obras, incluidas algunas de sus psicodélicas “habitaciones infinitas”.
Marianna Konstanza
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