Viajar en el tiempo

En Retorno de las estrellas de Stanislaw Lem, Hal Bregg regresa a la Tierra luego de viajar a velocidades relativistas durante 10 años. En la Tierra, por consiguiente, ha transcurrido más de un siglo. 

“En la actualidad ya no hay tragedias. Ni siquiera una remota posibilidad de que las haya. Hemos eliminado el infierno de las pasiones, y el resultado ha sido que el cielo ha dejado de existir al mismo tiempo. Ahora todo es tibio, Bregg”. 

Así describe el mundo un médico especializado en historia de la medicina.

Un caso, ligeramente, análogo es el de Serguéi Krikaliov: ascendió en un Soyuz hasta la estación MIR y, tras permanecer cerca de 8 meses, regresó a la Tierra. En ese periodo su país, la Unión Soviética, desapareció, y el presupuesto espacial quedó suspendido. 

Paradójicamente fueron los alemanes quienes trajeron de vuelta a Krikaliov.

Desde el punto de vista relativista el cosmonauta viajó 1/48 de segundo en el tiempo. Y también, en un sentido histórico, podría decirse que, en efecto, viajó al futuro: salió de la Unión Soviética y regresó a un mundo que se rendía, exultante, a la algarabía de los mercados, el multilateralismo y las privatizaciones. 

Pero, más allá de los criterios físicos, a Krikaliov le bastaba escuchar las campanas y las prédicas de los popes; le bastaba reparar en los símbolos imperiales de los zares; le bastaba ver los chamanes que reaparecían en los valles de Jakasia, para imbuir de misticismo a los poetas desencantados; le bastaba constatar que su ciudad, Leningrado, de nuevo se llamaba San Petersburgo.

Dicho de otro modo, Krikaliov sabía que había viajado al pasado. 

Cuando acabe la pandemia, si es que acaba, habitaremos un mundo donde, probablemente, ya no existirán los fundamentos que sustentaron la vida democrática. Saldremos y ya no existirá el Contrato Social tal y como lo entendimos. Y seremos como Krikaliov, pero sin heroísmo.

FABIÁN COTO CHAVES

@fabicocha