Tres generaciones con Sabina y Serrat

MARCO COLL

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Agradecido por la invitación a escribir en Página Abierta, me encomiendan que les cuente sobre el concierto ¨No hay Dos sin Tres¨ de Sabina y Serrat del pasado 17 de diciembre en el Parque Viva en la Guácima, sitio acogedor y bien dispuesto para este tipo de eventos, con excepción de las calamidades por tráfico vehicular de ida y vuelta. Pero, bueno, lo vivido esa noche nos hace obviar, y en mucho, esa circunstancia, pues dos magos asaltaron el lugar con sus canciones y anécdotas. Y cabe decir que sus posiciones políticas, ambientales y de derechos humanos no quedaron atrás.

Así como leen en el título de esta nota, desde pasadas las 8:45 p. m. en que nos recibieron cantando ¨Esta noche contigo¨ y un ¨Buenas noches, Costa Rica¨ dicho por Sabina y un ¨Buenas noches ticos, pura vida¨ por Serrat, durante casi 3 horas, las varias generaciones de los que ahí estuvimos fuimos presa feliz del embrujo de este par de juglares modernos. El espectador no sabía si lo que usaban era micrófonos o varitas, pues con cada canción, o en la tertulia que ambos montaban, nos tenían a su merced, apoyados por pantallas gigantes que con muy originales videos nos entretenían; mención especial al diseño de luces que vestía de hermosos colores el escenario.

Y en esa velada que será difícil de olvidar en nuestras mentes y corazones, el alma y la voz de cada uno de nosotros coreó con ellos canciones. Cantaban a veces juntos, como las sabineras: Contigo, Y sin embargo, Princesa, El Pirata Cojo. Y las serratianas: Cantares, Es caprichoso el azar, Nana de la cebolla. La sorpresa de la noche: oír cantar a Sabina en catalán Palabras de amor y Mediterráneo. Sobre ésta última, ambos aprovecharon para hablar del problema de la contaminación que tiene ese mar como tantos mares y ríos del planeta, así como de la tragedia de los inmigrantes que tratan de llegar a salvo a costas europeas.

Hablo de magos, de embrujo, de varitas mágicas. Y no miento. Como muestra de sus encantamientos, un señor sentado pocos asientos delante de donde yo estaba, al que le calculo pasados los 75 años, como cualquier adolescente, se paraba a cada rato a tomar fotos ante la mirada incrédula de su pareja. O mientras Serrat cantaba, uno de sus músicos David Palau, tremendo guitarrista, con cara de felicidad, tarareaba para él mismo una de sus canciones. Todo esto demostraba el amor y el respeto de los más de 10 mil espectadores.

Como conclusión, y ante la incertidumbre de muchos, me incluyo, por la salud y estado físico de ambos, veo que hay Sabina para rato y de Serrat, si bien su voz no tiene la misma potencia, sí cumple sin dejar dudas. Fue un concierto como para enmarcar.

¡¡Que viva la música!!

MARCO COLL

Sociólogo

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