Pensiones: Un tema para "lucrar" políticamente y algo más

ALVARO VEGA SÁNCHEZ

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Unas cuantas pensiones con montos elevados, incluidas las de algunos funcionarios públicos y políticos que no habían cotizado lo suficiente para obtenerlas, se han festinado como propaganda por parte de diputados que ya se tiraron al ruedo electoral y algunos empresarios y medios de comunicación que aspiran a convertirse en el primer poder de la República, despotricando contra el sector público como “casta privilegiada”, mientras amasan capitales sobrexplotando a la masa de trabajadores privados, aprovechándose de la sobreoferta en el mercado laboral.

La alianza de estos sectores ha emprendido una campaña inquisitorial contra el Régimen de Pensiones del Magisterio Nacional, contando con el apoyo del Superintendente de Pensiones, pretendiendo conducirnos por el fracasado camino de la privatización, a la chilena.

Están apelando a la distracción, uno de los mecanismos de manipulación más efectivos (Noam Chomsky). Los “político-empresarios” para desviar la atención sobre la histórica evasión, elusión e injusticia tributaria –con amnistías de los intereses de voluminosas deudas para continuar con sus negocios millonarios– que tienen a este país con el agua al cuello. Por otra parte, a las mayorías endeudadas se les tiran las migajas con una política de salvamento que, como se ha destacado, busca salvar al sector financiero privado a costas del público, y cuya propuesta de refundición de deudas conduce a convertir a estas mayorías en eternamente endeudadas. Qué curioso, a los ricos se les premia y a los pobres se les castiga: medievalismo social en pleno siglo de las luces virtuales de las nuevas tecnologías y los grandes negocios.

También vuelven con la estrategia del miedo, anunciando tiempos “apocalípticos” de cara a las nuevas tendencias a “engordarse” de la pirámide poblacional. Con un inflado sensacionalismo señalan que una población envejecida sin una generación laboral activa de relevo que sostenga sus pensiones estará destinada a no tener pensión, si ahora no se dispone a aumentar sus cotizaciones y su edad de retiro; es decir, a limitar sustantivamente sus ingresos hoy para apenas sobrevivir mañana, cuando se pensione a la chilena.

El a priori de este discurso del miedo, que anuncia un futuro de pensionados miserables, es que el mercado es intocable. Claro, un Estado neoliberal complaciente y pusilánime solo puede conducirnos, como lo viene haciendo, al peor de los mundos: la sociedad de ricos y pordioseros.

Si se aspira a un régimen de pensiones justo y solidario en nuestro país, no hay que esperar a que “engorde” más la pirámide poblacional, sino marcar la cancha con una buena política económica que, como se dice, es la mejor política social. Y dejar de una vez por todas de proteger intereses de poderosos grupos empresarial-financieros y político-electorales cortoplacistas, que impiden proyectar políticas de Estado de largo aliento.

Apostemos por una economía para la vida digna y la sostenibilidad ecoambiental, encarando con seriedad los desafíos del cambio demográfico y las nuevas condiciones del mercado laboral, sin perder el norte del fortalecimiento del Estado Social de Derecho, garantía de una democracia solidaria.

Dejemos de ser el país de las diferencias abismales, imitando las fracasadas políticas chilenas, y convirtámonos en el país que hace la diferencia.

ALVARO VEGA SÁNCHEZ

Sociólogo