Los neoliberalismos costarricenses
DAVID DÍAZ ARIAS
Desde el análisis histórico es imposible negar la existencia del neoliberalismo como doctrina económica y como proyecto político. Muchos investigadores han documentado abundantemente los orígenes de ambos procesos, que no se encasillaban en definir un concepto, sino un tipo de economía.
El neoliberalismo nació en Europa en el periodo de entreguerras a medida que la escuela de economistas austriacos y ordoliberales alemanes se propusieron crear sociedades basadas en la libertad del mercado. El término neoliberal apareció en 1938 en París como resultado de una conferencia internacional convocada por el filósofo Louis Rougier.
Allí se desarrolló una defensa de la economía de mercado, de la libertad individual y del Estado de Derecho; todo resumido bajo el nombre de neoliberalismo. El término se eligió porque sugería algo más que un retorno al liberalismo del pasado, pues el neoliberalismo debía reformular la economía y las sociedades de cara a los desafíos que imponía la coyuntura de la década de 1930.
Los neoliberales señalaron que el Estado debía producir las condiciones para la existencia y buen funcionamiento del mercado, que la libertad económica estaba primero que la política y que el mercado era el mejor garante de la libertad y el bienestar.
Primer neoliberalismo costarricense. El 14 de setiembre de 1993 La Nación publicó una encuesta de la empresa UNIMER cuyos cuestionarios se habían aplicado entre el 16 y 30 de agosto de ese año, a una muestra nacional de 1211 personas en edad de votar, con un margen de error de 2,8 por ciento y un nivel de confianza de 95 por ciento.
En vista de que la propaganda electoral del Partido Liberación Nacional (PLN) acusaba al candidato del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) de ser “neoliberal”, los encuestadores preguntaron a la ciudadanía qué era eso. Un 85 por ciento de los entrevistados dijeron no saber el significado de ese término.
¿Por qué era tan impreciso decir qué era ser neoliberal? Por su ambigüedad.
El neoliberalismo costarricense tiene una larga tradición de análisis de la economía y la estructura del Estado, que se puede datar hasta la década de 1940, pero que comenzó a operar como proyecto político hasta la década de 1960.
Pero fue hasta la década de 1970, cuando el modelo de estado socialdemócrata mostró -o no pudo esconder ya- sus vicios (corrupción, clientelismo, uso electoral de los puestos públicos) que el neoliberalismo arremetió con fuerza dentro del escenario político nacional.
Los proponentes del neoliberalismo local eran economistas formados en el extranjero, con un pie en la acera empresarial y otro en la política. Su primera versión se presentó como básicamente técnica, para resolver la crisis producida por la deuda externa a inicios de la década de 1980.
Contradicción. La confluencia entre crisis, recesión y cuestionamiento político, empero, no tuvo en Costa Rica un efecto directo en las elecciones, porque el PLN supo torcer la interpretación sobre los orígenes de la crisis, para culpar, por haberla producido, a los neoliberales del gobierno de Rodrigo Carazo Odio (1978-1982) y a su intento fallido de cambio de modelo de estado.
Aún así, la crisis se enfrentó con políticas neoliberales dirigidas a paliar el gasto público, a disminuir el tamaño del estado, a impulsar la apertura comercial y la multiplicación de bancos privados y a diversificar la producción nacional.
Los programas políticos del PLN entre 1982 y 1990 fueron impactados por una tremenda contrariedad: se presentaron a los votantes como proyectos de políticas socialdemócratas, pero terminaron ejecutando los programas de ajuste estructural demandados por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Fue el momento en que los economistas neoliberales nacionales vieron cumplida su profecía de que el estado keynesiano y su versión cepalina local habían muerto y que solamente las reformas neoliberales podrían salvar la barca de estrellarse contra las piedras.
En la primera década de reforma, los viejos socialdemócratas comenzaron a perder terreno en las decisiones económicas y ese espacio lo ganaron jóvenes entusiastas, guiados por economistas maduros, que abogaban por el cambio y que compartían la idea de producir una revolución con las instituciones del estado costarricense.
La segunda década de esa reforma será mucho más complicada y fue en ella que el término neoliberal se volvió ambiguo y electoralmente problemático. Pero eso es material para otro artículo.
DAVID DÍAZ ARIAS
Historiador
david.diaz@ucr.ac.cr