Leda Astorga, una artista polifónica*

ADRIANO CORRALES ARIAS

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A Leda Astorga se le conoce fundamentalmente como escultora. Es en esa rama del quehacer artístico donde mejor ha desarrollado su dotes creativas y donde los resultados son, sin lugar a dudas, sobresalientes. El reconocimiento nacional e internacional, del cual goza, así lo atestigua.

Sin embargo, Astorga ha desarrollado otras líneas de producción estética, tales como la artesanía artística, el dibujo, la serigrafía y la pintura, entre otras. Su labor, incluso, se extiende más allá de la creación puramente dicha; es una mujer líder en su campo que ha generado y propiciado agrupaciones, ferias y producciones colectivas de arte público con un considerable impacto, ya con artistas singulares, como desde colectivos de mujeres y agrupaciones humorísticas.

En los últimos años ha incursionado y profundizado con notoria destreza en la pintura, tanto en la técnica del óleo como en la acuarela. Su pasión creadora la ha conducido por senderos experimentales en busca de nuevos lenguajes y de insólitas experiencias imaginativas. En esta ocasión se ha decidido por presentarnos sus últimos trabajos pictóricos, combinados, cómo no, con la escultura y alguna muestra de ensambles en materiales tales como la madera. 

A primera vista podría decirse que Leda lo que ha hecho es trasladar sus esculturas al lienzo. Pero, si nos detenemos en su labor y observamos con esmero, comprenderemos que es mucho más que eso. Cambiar el lenguaje escultórico por el pictórico, y viceversa, no es tan simple. Por ello puede decirse que Leda, desde sus inicios, ha pintado con y desde la tridimensionalidad, y ahora esculpe con y desde la  bidimensionalidad. 

Lo diré de otro modo: la escultura de Leda es policroma, asunto que, en sus inicios, causara enojo y reconcoma en la academia, lo que le confiere a su escultura una característica única y particular. Es, en ese sentido, una parte aguas en la producción escultórica nacional y de más allá, puesto que reivindica la tradición grecolatina, precolombina y colonial, amén de otras formaciones socioculturales, donde la pintura estaba íntimamente ligada al quehacer escultórico y a la inversa.

Por otra parte, desde su trabajos más tempranos, Leda Astorga descolló como excelente dibujante; sus trazos firmes y delineados, dentro de un marco realista y cercano al  mundo de la historia gráfica y la caricatura, le abrieron un ámbito de expresión harto significativo. En su trabajo de orfebrería en diferentes materiales (pienso en sus máscaras, sus nacimientos navideños y sus nigüentas, en fin, en sus miniaturas) también combina interesantes vetas de diseño a partir del dibujo y de la policromía con respaldo de la destreza pictórica. Por eso el paso de un lenguaje al otro se le facilita sobremanera. Y por eso logra resultados envidiables tanto en uno como en el otro

Claro que aquí veremos sus mismos personajes o, al menos, parecidos; algo así como su propia familia. Y las mismas obsesiones figurativas: ese regusto por las escenas íntimas, especialmente de mujeres robustas y voluptuosas, individuales o en grupo, pero también de singulares varones en poses y acciones muchas veces dramáticas. Esos guiños propios de la refinada teatralidad presente en su escultura, se ambientan igualmente en formas y colores que iluminan la ternura, el goce, la gracia y la condición de ser y estar en armonía, a pesar de posibles conflictos que se sucedan afuera. Es un mundo donde la belleza se expresa con una composición, una policromía y una textura tan expresivas y seductoras como sus mismos personajes. En otras palabras, los personajes asumen diversas personalidades en coloridas fantasías y vivencias muy particulares.

Otra característica astorguiana es la presencia de animales y del mundo vegetal en compañía de esos personajes. Su animalística trasciende el hecho decorativo; no son sólo mascotas, sino seres que, de una manera u otra, interactúan con los personajes a la vez que potencian su expresividad. Son, a su modo, personajes en pequeño formato que, con su grata presencia escénica, acompañan a los protagónicos a la vez que complementan el cuadro o la anécdota. Todo un logro de armonía y un sutil recurso pictórico para permitir que la vida doméstica y privada adquiera trazos dramatúrgicos y trascendentes. 

Saludo esta nueva muestra de una de las artistas más importantes de Centroamérica y, por qué no decirlo, de Hispanoamérica y de más allá. Y agradezco a Leda la oportunidad, no sólo de referirme a su exquisita labor, sino el permitirme, durante ya muchos años, ser testigo privilegiado de su disciplina y consecuencia artísticas, así como de su creatividad en tantas facetas y posibilidades.

ADRIANO CORRALES ARIAS

Escritor