La soledad de Carlos Alvarado

LUIS MORA RODRÍGUEZ

Han sido semanas intensas para el presidente de Costa RIca. Pareciera que el escándalo UPAD podría convertirse en el "cemento" de este Gobierno. Sin duda mucho se ha escrito ya sobre la importancia del hecho y la dimensión del show -con sus diversos intérpretes-. En las siguientes líneas tan solo quisiera reflexionar de manera general sobre lo que dicho episodio evidencia.

En las lecturas que se han hecho sobre lo sucedido, se ha privilegiado la conexión que existe entre los datos y la toma de decisiones acertadas en el ámbito de lo político. Realidad que nadie, hoy en día, se atrevería a cuestionar. Como argumento de disculpa se ha esgrimido desde Casa Presidencial, la "torpeza". Y es aquí, donde la dimensión verdaderamente política del problema se revela. 

Nunca está demás releer a los clásicos, y tal vez, las "ciencias políticas" harían bien en incorporar un poco de lectura filosófica. El abordaje del Gobierno carece de "prudencia". Entiéndase prudencia en el sentido filosófico como una sabiduría del proceder.  Aristóteles habla de phronesis para referirse a ese ámbito particular del saber que se distingue de la teoría pura y de la técnica. Se trata de un saber sobre los principios de la acción. Frente a esta sabiduría, a esta prudencia que debe guiar la acción política, el Gobierno ha privilegiado las más avanzadas herramientas de la técnica, en manos, claro está, de "especialistas". 

UPAD no es más que el caso insigne de esto. Ya en campaña, Alvarado argumentaba a través de herramientas y sistemas que en su gestión como ministro habían resultado "eficientes". Parecía, una vez más, que la tecnología, más allá de las personas, era la responsable de resolver nuestros problemas más urgentes. 

Pudimos haber creído, sin embargo, que el Carlos de la segunda vuelta, hábil negociador, astuto constructor de alianzas pragmáticas, le daba un giro a la conducción de los asuntos públicos, a través de la prudencia. Prudencia entendida esta vez, tal como lo hace Hannah Arendt, como esa capacidad de observar y comunicar con el otro, para establecer acuerdos. 

Sin embargo hoy, estamos ante un parteaguas en el Gobierno y ante un panorama de incertidumbre. El presidente está solo. 

Los datos -que habían ahogado la prudencia-, yacen inservibles en los discos duros decomisados. Sin información técnica para la acción, con los entusiastas de la tecnología cuestionados y acusados,  la decisión política parece descansar ahora en la legitimidad de los años y las canas. 

¿Será esto un regreso de la prudencia o más bien, el retorno inevitable de las "malas mañas que nos habían prometido desterrar? 

LUIS MORA RODRÍGUEZ

@lucaskranach