La monumental y extravagante arquitectura del Museo Nacional de Qatar

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Evidentemente, la arquitectura es inherente a lo que es la civilización humana, y los diferentes estilos y modos de esta arquitectura vienen a reflejar lo que son las condiciones y momentos de su pensamiento; es por ello que sus tres principios fundamentales son: belleza, firmeza y utilidad.

Esta pequeña introducción nos sitúa en el tema que hoy ocupa este espacio, dedicado a la arquitectura, del nuevo Museo Nacional De Qatar, conocido como NMoQ (siglas en inglés New Museum of Qatar), construido en base a un proyecto de Ateliers Jean Nouvel en París.

En marzo pasado se inauguró el Museo de Qatar, edificio que duró poco más de 10 años en construirse, entre su planos y su levantamiento material. En principio esta monumental obra arquitectónica se encontraba programada para su inauguración en el año 2016, sin embargo los trabajos se demoraron y fueron retrasados hasta el 28 de marzo de 2019, fecha en que se inauguró.

El Museo está situado en una extensión de tierra que alcanza los139.354,56 metros cuadrados. Su construcción lo ha sido en los alrededores de la residencia palacio Sheikh Abdullh bin Jassim Al Thanis´s, la que hasta el año 1975 albergó el Museo Nacional y que a su vez constituía la residencia familiar del jeque.

La estructura tuvo como inspiración la rosa del desierto, que es el nombre coloquial que viene a darse a las formaciones de rosa de grupos de yeso o barita que incluyen numerosos granos de arena. Y estas singulares "rosas del desierto" están presentes en el noreste de Qatar, especialmente en Jebel Al Jassasiya, cerca de Fuwairit.

Un edificio espectacular compuesto por 539 discos de color blanco entrelazados entre sí que recuerdan a la flor del Desierto, la joya de la corona del país árabe y un referente internacional. El museo busca sumarse al club de los más emblemáticos a nivel mundial y hacerle sombra al Louvre de Abu Dabi, que abrió sus puertas en los vecinos Emiratos Árabes Unidos en el año 2018.

Es de notable relevancia la importancia del clima, pues lo que son los grandes aleros vienen a proporcionar espacios sombreados, la vegetación es, igualmente, nativa, así como el hormigón de color arena que se integra en el medio polvoriento y húmedo del lugar. Todo en este singular espacio se basa en la luz, la sombra y el movimiento.

El Museo cuenta con 8.000 m2 para lo que son exposiciones permanentes y otros 2.000 m2 para exposiciones temporales. Asimismo, se complementa con un parque de 112.000 m2 que cuenta con una laguna artificial. Su infraestructura está concebida para albergar un centro de investigación, laboratorios, sala de conferencia, auditorio entre otros.

Por supuesto, las exposiciones disponen de los mejores sistemas en cuanto a alta tecnología, sin olvidar lo que es la esencia de la cultura beduina. De esta singular forma, el espectador podrá ver proyecciones audiovisuales, mediante dispositivos móviles, realidad virtual y 3D.

Como elemento esencial de todo lo que fue el proceso de planificación se utilizó el modelo BIM (Building Information Modeling), de tal forma que todos los implicados en el proyecto podían acceder permanentemente a los resultados de los diferentes trabajos. Baste para ello señalar el hecho de que en su construcción se utilizaron hormigón armado, refuerzos de fibra de vidrio, así como cristal y estructuras de acero, con un total de 28.000 toneladas, cuatro veces las utilizadas para la construcción de la Torre Eiffel de París.

Construir un icono para reconstruir la historia, el Museo, inaugurado con más de 8.000 metros cuadrados de exposición es el mayor museo de historia local del planeta. Su envoltorio, en cambio, tiene ambición internacional. Le habla al mundo de vanguardia y, a la vez, de un pasado remoto que los cataríes están tratando de escribir y documentar.

Así, el edificio evoca la cristalización de una rosa del desierto -una formación mineral típica de la región del Golfo Pérsico- y tiene un contenido altamente escenográfico que quiere arraigar una cultura nómada de pescadores de perlas reconvertidos en señores del petróleo y el gas natural. El proyecto de Jean Nouvel es, en palabras del arquitecto, “la materialización de lo que es Qatar, un lugar de encuentro entre el mar y el desierto”. Ciertamente retrata también la paradoja de un país no democrático que quiere ser, si es que eso es posible, culturalmente progresista.

Doha, la capital, es una de las ciudades más transformadas en la última década. Aquí vive la mayoría de los cataríes, solo 1/8 de los dos millones de habitantes del país que tiene la mayor renta per cápita del planeta.

Con un pasado nómada, Qatar ha visto aparecer y desaparecer la fortuna. La crisis de las perlas, su industria “hasta que los japoneses decidieron hacerlas artificiales”, ha dicho Sheikha Al Mayassa bint Hamad bin Khalifa Al Thani, hermana del actual emir y directora de los museos del país, calificada por la revista Forbes como la “Reina indiscutible del mundo del arte actual”.

Qatar es mucho más que desierto: “las excavaciones danesas de 1959 descubrieron una historia que se remonta a 20 millones de años”. Las primeras arquitecturas modernas llegaron con el protectorado británico de los años cincuenta.

La arquitectura del museo es sorprendente, pero -con muros inclinados y suelos en pendiente- incómoda para colgar nada. Por eso las paredes funcionan como dioramas para proyectar su historia. Para Nouvel, esas proyecciones representan el movimiento nómada de los beduinos.

“Nadie ha estado en el interior de una rosa del desierto”, resume Nouvel. Ciertamente el recorrido recurre a la “compresión-expansión” -acoger en espacios pequeños para sorprender con los grandes- que defendía Frank Lloyd Wright, otro arquitecto que supo construir en el desierto. Ese es el gran mérito de Nouvel: en un bosque de rascacielos con muros cortina que ignoran la arena y el calor que los rodea, el francés anticipa y prevé el polvo y la erosión con un edificio capaz de convivir con el sol. Los discos de hormigón reforzado con fibra de vidrio protegen las ventanas con voladizos para mantener alejado el calor.

Cuesta mucho construir un icono. Además de talento para aportar ideas en lugar de repetir fórmulas, es fundamental negociar. La historia de este icono se remonta 18 años, cuando el autor de la torre Agbar de Barcelona propuso un museo subterráneo junto a un lago artificial que recuperase la unión entre mar y desierto. En un tiempo en el que tantas ciudades recurren a terrenos ganados al mar para crecer, él quiso devolver al mar la orilla que le quitó el paseo marítimo. Quiso esconder el museo siguiendo la tradición beduina de protegerse del calor bajo tierra. Aquella propuesta no prosperó. “Comprendí que un museo nacional debe ser visible”, admite Nouvel. Él encontró en el desierto la manera de hacerlo hablar. Creador del Louvre de Abu Dhabi (2017) y de la Torre Doha (2011) -singularmente cubierta por una celosía-, no por casualidad Nouvel saltó a la fama en 1989, cuando culminó en París el Instituto del Mundo Árabe.’’

Esta arquitectura como tantas otras no está exenta de criticas.

El problema del que se quejan los curadores del museo, es la falta de una colección que llene el museo. Dentro de la "rosa del desierto" hay muchas habitaciones impresionantes, pero pocas obras de arte para llenarlas, y poca inversión para establecer una colección propia.

Por ahora, lo más destacado es una exposición temporal, comisariada por el arquitecto Fatma al-Sahlawi, sobre la expansión de la ciudad de Doha. La exposición documenta el crecimiento de la ciudad, centrándose en el 11 Pritzker -el ganador del Premio Nobel de Arquitectura- contratado por el Gobierno de Qatar para pensar en obras desafiantes.

Tal fue la inversión en arquitectura que no hay paredes verticales en el interior donde se puedan colgar pinturas, y el espacio dedicado a galerías y futuras instalaciones de arte es escaso. El espacio es tan vasto, y tan excéntrico, que sirve como la propia exposición: El Museo está salpicado de grandes obras de arte, que fracasan por completo. El edificio es una obra de arte. La "rosa del desierto", algo que la naturaleza crea con inocencia y deja en el desierto a la vista de todos, se infla y exagera a un costo brutal y como una loca complejidad estructural que crea el símbolo de una nación. Habrá que ver como solucionan este gran detalle para exposiciones pictóricas. Por el momento es cuestión de admirar su arquitectura.

Sea como sean las circunstancias Qatar se ha estado preparando desde ya para recibir a millones de visitantes a propósito del Mundial de Futbol 2022. Esperemos que los aficionados futboleros no solo se apeguen a los partidos futbolísticos, sino que también logren colocar dentro de sus itinerarios este referente para que puedan apreciar la monumental y extravagante obra de arquitectura.

MARIANNA KONSTANZA

mariannak@tigomail.cr