El hilo conductor de la obra de Gerhard Richter: de lo Figurativo al Abstraccionismo
Gerhard Richter es un artista alemán nacido en Dresde, Sajonia, en 1932, en pleno periodo de entreguerras y con el ascenso del partido Nazi al poder. Tiempos difíciles sin duda.
Estudió en la Academia de Arte de Dresde, escapa de la llamada cortina de hierro y se refugia en Dusseldorf. De inmediato entra en contacto con la nueva generación de artistas seguidores de Joseph Beuys. Con Sigmar Polke forma el movimiento de brevísima duración conocido como Capitalismo Realista, una mofa a la realidad de los incipientes mercados y del voraz consumismo. Interesado por la imagen como medio y su relación con la pintura crea sus famosas fotopinturas, utilizando fotografías amateurs, lo que se conocería como el painterly. Borrosas, traslúcidas, sin nada que las dotara de emoción, abrían un enigma delante del espectador. A todo este proyecto lo nombró Atlas, del cual escribió un libro.
Conocido por su reservado y sobrio comportamiento; es sabido por quienes hemos seguido su carrera que nunca genera atención alguna a su persona. Richter se ha destacado por su discreta forma de aparecer, básicamente, cuando no tiene otro remedio, en conferencias de prensa e inauguraciones de sus exposiciones. Con respuestas tajantes y puntuales marca una clara frontera entre él y su trabajo. La obra del artista habla por sí misma, él se presenta tan solo como vehículo de su creación. Su trabajo carga todo el peso, su intimidad y la vida que lleva detrás de cada una de sus celebradas exposiciones es algo que mantiene al margen de los demás.
En el año 2012 fue llamado el "Picasso del Siglo XXI" por el periódico The Guardian, dado que los espectadores tenían que hacer filas de aproximadamente dos horas para ingresar a su última gran retrospectiva titulada Panorama, que se inauguró en la Neue Nationalgalerie de Berlín, para posteriormente estar en la Tate Modern londinense y el Centre Pompidou de París. (apelativo que criticó él mismo).
Se sabe dueño de una técnica inigualable, de un lenguaje en la pintura que va mucho más lejos de un cuadro pintado. Cada una de sus obras está realizada con una intención, colarse en el inconsciente, vencer los vicios ópticos, la pobre manera de ver, penetrar por los intersticios de la sensibilidad y crear emociones únicas.
El artísta mantiene una estrecha relación entre sus instrumentos de trabajo: pinceles, brochas, espátulas, rastrillos y el lienzo lo que le ha permitido explorar todo tipo de lenguajes como el realismo, el fotorealismo, el expresionismo abstracto y el informalismo. Con todo ello, se ha permitido experimentar una gran variedad de temáticas: retratos, paisajes, naturalezas muertas, geometrías y abstracciones gestuales. En toda su práctica se puede observar al artista detrás del concepto, al riguroso pensador y creador con una firme convicción, con la genialidad que le permite ver las cosas siempre desde un plano de honestidad. En sus mas recientes obras se le llama el pintor sin brocha o pincel, por la técnica de barrido que utiliza.
A principios del año 2018 una de sus piezas rompió el record como el cuadro más caro vendido en subasta perteneciente a un artista vivo en la sede de Sotheby's en Nueva York. La pieza La plaza del Duomo de Milán, cuadro de 1968, sorprendió a todos al ser vendida en 37.1 millones de dólares.
Con él la compra de arte es una apuesta segura. Su obra ha aumentado exponencialmente diez veces su valor en dos décadas. Además, la evolución relativa de sus precios desde 1985 supera ampliamente a la de otros artistas como Picasso, De Koonig o Warhol así como al índice bursátil S&P 500, según un informe del banco Citibank.
Esta situación no es del agrado total del artista, siempre en un plano más conservador y alejado de los reflectores se dedica a hacer lo que le gusta, pintar. En febrero del año 2013 tras la presentación de su retrospectiva en la Neue National Galerie de Berlín, el artista dijo que le parecía 'irreal' y 'repugnante' que sus obras alcancen precios de 15 millones de euros en el mercado.
No persigo ningún objetivo, ningún sistema, ninguna tendencia. No tengo programa, ni estilo, ni dirección. No tengo tiempo para inquietudes especializadas, temas de trabajo o variaciones que lleven al dominio. Me mantengo alejado de las definiciones. No se lo que quiero Soy inconsistente, no comprometedor, pasivo. Me gusta lo indefinido, lo ilimitado; Me gusta la continua incertidumbre.“ Gerhard Richter.
Marianna Konstanza
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