Es bueno haber sido humano
Quienes leyeron algo de historia recuerdan que en la Guerra Civil del 48, también, hubo muertes, muchas muertes, debido a sacadas de clavo y trivialidades minúsculas que nada tenían que ver con esas trivialidades mayúsculas del tipo Defensa del Sufragio, Democracia o Libertad. Con esto quiero decir que, cuando los mecanismos sociales de gestión del odio colapsan, estamos a un toque de salir a pegarle un tiro al vecino que parqueó mal su carro o que nos miró con mal brillo…
Hoy cualquiera de nosotros, por muy jipi, cristiano o humanista que sea crea, casi le desea la muerte al prójimo que trota en el parque o estornuda en el supermercado. Así brota nuestro muy repugnante temperamento autoritario y nuestra vocación delatora: el posteo de fotos donde denunciamos el molote en una plaza, la presa en tal cabecera de provincia, los payasos en el parque, la gente que compra en el Palí…
Los pobres, por supuesto, están excluidos de tales demandas éticas: repartidores de Uber, vendedores de copos y recolectores de basura, desde esa perspectiva, deben seguir en la calle pese a la pandemia. Son parte del paisaje.
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Releo a Stapledon para no salir a pegarle balazos a los vecinos.
Me duele decirlo: Stapledon no es un gran escritor desde el punto de vista estilístico, más bien es mediocre, limitado. Y pese a todo, dudo que en el siglo XX otro escritor de fantasía o ciencia ficción haya creado un universo tan imaginativo y profundo.
Spinoziano, hegeliano y socialista (socialista británico, que viene a ser como liberal en Francia), Stapledon indagó en la condición humana mejor que cualquiera de sus contemporáneos. Se aventuró en el terrible y escabroso ejercicio de la profecía y en las fabulaciones contrafactuales. Inauguró un género que bien podríamos calificar como darwinismo especulativo e imaginó seres extraterrestres que se desarrollan de conformidad con la selección natural.
Escribió un libro, Last and First Men: A Story of the Near and Far Future (antesala de su obra cumbre, Star Maker), en el que explora la historia cósmica del futuro. Menciona que, después de tanta tragedia, tanta ignominia, tanto dolor, "It is very good to have been man".
Leí esa frase a los 18 años y desde entonces la recuerdo, especialmente, cuando el mundo y sus titulares persisten en hacernos creer que todo es una mierda.
Tras quinientos y pico de millones de años, los austeros protozoarios derivaron en primates capaces de crear, sí, cosas como la bomba de Hiroshima y el napalm, pero también las películas de Wim Wenders y el Adagio de Spartacus de Aram Khachaturian. Es decir, algo nos queda de divinos.
Teilhard de Chardin diría que hay un sentido, acaso místico, en el proceso evolutivo. La complejización nerviosa, la cerebralización, o dicho de otro modo, alcanzar la conciencia. Stapledon, por su lado, diría: “Pero aquel delicado equilibrio de dependencia e independencia, aquel mutuo contacto, astuto, fríamente crítico, pero amante, era seguramente un microcosmos de verdadera comunidad, era al fin y al cabo, dentro de sus límites, un ejemplo vivo y real de aquella elevada meta a la que el mundo aspiraba".
No son excluyentes, pero yo me quedo con Stapledon.
FABIÁN COTO CHAVES
@fabicocha