Del gráfico a la foto
Es un organismo vivo y mucho. No es de gráficos. La gente en todas partes está diciendo: no me gustan sus decisiones, no las quiero, no me convienen. Las historias son bellísimas, dramáticas, asombrosas. Queremos participar de las políticas que nos afectan, gritan los habitantes de Hong Kong. No me vas a elevar el precio de la gasolina, gritaron en Ecuador con todas las voces con que contaban. Somos pobres y no podemos con ese precio del pasaje del metro comenzaron los chilenos, con consecuencias que no acabamos de saber aún. La rica y clásica ciudad de París mostró su pobreza en amarillo fosforescente, sus chalecos mostraron la parte sin Louvre, sin Torre Eiffel, sin Sena, sin Chanel. Una chica sueca de mirada dura le dijo al mundo, con las palabras más precisas, no las más poéticas pues no iba a eso, que entre todos estamos acabando con su vida. Inolvidable, valiente, furiosa. (¿Qué va a hacer con esa cajita de estereofón que trajo del chino? ¿Ah?, ¿está viendo como lo mira Greta?) Las noticias son asombrosas estos días. Las miramos atónitos.
El Premio Nobel de Economía fue asignado hace unos días a Banarjee, Duflo y Kremer “por su aproximación experimental al alivio de la pobreza global”, fíjese usted, porque más de 700 millones de personas en el mundo subsisten con ingresos extremadamente bajos y estos tres economistas dedicaron su trabajo a mejorar semejante situación. Se entregaron dos premios de literatura, uno a un dramaturgo y novelista austriaco – Peter Handke - cuyo trabajo dibuja la soledad y la miseria humana en nuestros días. Y otro a una novelista polaca, Olga Tokarczuc, por sus descripciones “enciclopédicas” de los muchos conflictos entre culturas e individuos. Fascinantes ambos, ¿no?
Nuestro pequeño país no podría ser la excepción y las reglas están desdibujadas, y lo sabemos, y nos servimos otro café mientras se aclaran, como si eso sucediera sin meter el hombro. ¿Qué nos importa más? Calificar o no, ahí está el dilema. El gráfico muestra que nos vemos muy lindos en teoría, pero si la cámara se acerca se nota la mujer sola con tres hijos y sin recursos, el muchacho sin trabajo, la anciana sola y sin medicamentos, el pescador desesperanzado, la colilla del salario que cubrió deudas pero no permite ir al mercado, la emprendedora sin ventas pero con deudas, el niño con hambre, las filas en ferias de empleo, el chico con tres machetes al aire en el semáforo. Ese es el ángulo de fotografía que no se quiere que veamos, y el que puede levanta su café y mira el aguacero desde su ventana pero sabe que un chaleco amarillo lo puede tener cualquiera y que no es lo mismo una marcha con tumbacocos, tarimas y buses que un grito incontenible y ensordecedor si quienes deben responder no responden. El mundo es ancho y ajeno nos dijo Alegría, pero no es cierto. Es chiquitico y es de todos.
Jaime Hernández
jaitonio@yahoo.com