¡Ay, Darwin!
Enero, 2020.
Resulta que en este país afirmar algo tan simple y trivial como que en las clases de ciencias que se imparten en las escuelas y colegios, sean públicos o privados, nada tienen que hacer los libros religiosos como la Biblia, el Corán o el Talmud, causa polémica.
Es que ya yo no sé si sentir sorpresa, vergüenza, tristeza, frustración o una mezcla de todas las anteriores.
Voy a desgranar un poco más el problema. Hace aproximadamente un siglo, en Heredia y en Tennessee (con pocos años de distancia entre ambos casos), ocurrieron apasionadas confrontaciones respecto a la educación científica en los colegios. En ambos el detonante fue la enseñanza de la Teoría de la Evolución de Charles Darwin. Tanto en Tennessee como en Heredia grupos conservadores de padres de familia y líderes religiosos se oponían, de manera absoluta, a que sus hijos y sus hijas recibieran lecciones sobre hechos científicos demostrados y verificados, porque ponían en cuestión la narrativa de la Biblia.
Y tanto en Heredia como en Tennnessee, el conflicto tiene su raíz en el temor de los grupos religiosos a perder su poder de influencia fuera del espacio estrictamente eclesiástico. Según los archivos y recuentos históricos del caso The State of Tennessee v. John Thomas Scopes (conocido como el Scopes Monkey Trial), muchos padres y madres de familia estaban asustados porque sus hijos y sus hijas cuestionaban la validez del relato bíblico del Génesis para explicar el mundo natural. La respuesta del gobierno local fue emitir una ley que prohibía la enseñanza de la Teoría de la Evolución. El profesor de secundaria, John Thomas Scopes fue acusado, en 1925, de violar esa ley y el juicio en su contra terminó siendo, en realidad, un juicio sobre el lugar de la ciencia y el lugar de la religión en la educación secundaria.
En Heredia, en 1907, se desató una intensa confrontación entre el cura y el director del Liceo de Heredia de aquél momento, don Roberto Brenes Mesén. El párroco de Heredia acusó, en misa, a Brenes Mesén, de estar promoviendo ideas contrarias a los dogmas de la iglesia. El debate escaló a través de cartas y artículos en diversos medios de comunicación. No hubo procesos judiciales, como en Tennessee, pero sí una gran participación ciudadana, sobre todo de señores y señoras muy ofendidos, porque según ellos, la teoría de la Evolución era un insulto (ya que, según ellos, se les estaba comparando con los monos) y una herejía.
Cien años más tarde, estamos presenciando una retorcida y patética repetición de la historia, con algunos pequeños cambios. Tanto en Estados Unidos como en Costa Rica, en muchos colegios y escuelas, confesionales y privadas, se está enseñando el Génesis en las clases de ciencias. Repito: no solo en las de religión, sino, además, en las de ciencias. Es decir, se les está diciendo a los niños y niñas de esas escuelas, que el Génesis es un libro que describe “hechos” y que cualquier información que contradiga esos “hechos” es falsa, además de pecaminosa. Y, por supuesto, también se les adoctrina en el repudio y temor hacia la Teoría de la Evolución.
¿Ven por qué me quejo del siglo XXI? ¡Cómo es posible que a estas alturas todavía estemos teniendo esta discusión!
Esta situación no es solo ridícula. Es, sobre todo, peligrosa y en mi opinión, califica como abuso psicológico infantil. Permitir que operen legalmente escuelas y colegios que promueven la desinformación, la manipulación y las actitudes anti-científicas es irresponsable y es una violación al derecho humano a la educación de niños, niñas y adolescentes. La libertad de culto no es libertad para promover las pseudo-ciencias, las mentiras y tergiversaciones, que pueden terminar dañando irreparablemente a los niños y las niñas. Los libros sagrados los pueden leer en sus casas o en la escuelita dominical. Pero en el momento que se usan esos libros como sustituto de los textos científicos, se está cruzando un límite y ninguna sociedad democrática debería permitirlo.
Piensen en las consecuencias de seguir permitiendo que esto suceda. ¿Cuántos de ustedes estarían dispuestos a ir a consulta con un médico o médica que cree que la ciencia debe someterse a la autoridad de la religión? ¿Qué clase de investigación científica (por ejemplo, desarrollo de vacunas y de antibióticos) se puede realizar si llegara el momento en que una mayoría rechace la biología evolutiva y se base en la narrativa del creacionismo o del diseño inteligente, para plantear sus proyectos de investigación?
GABRIELA ARGUEDAS
@maga72