Aceite de cannabidiol (II Parte)

ENTRE EL LIMBO REGULATORIO DE LOS “SUPLEMENTOS DIETÉTICOS” Y LA PALABRERÍA PSEUDOCIENTÍFICA DEL “MARKETING” MÉDICO

MARVIN GÓMEZ

Promoción indiscriminada de usos clínicos: ¿Consultorio médico radial?

La peor parte del programa, sin duda, fue cuando el propio periodista se prestó al absurdo y peligroso juego de convertir el programa en una especie de “consultorio telefónico radial”, en el que los radioescuchas, pero sobre todo quienes seguían el programa en FaceBook Live, preguntaban por la utilidad o eficacia del producto en un sinnúmero de afecciones y enfermedades. 

Entre las enfermedades, o condiciones, para las cuales el Dr. Villalobos se aventuró a dar respuestas afirmativas, sugerentes de posible eficacia o efectos terapéuticos, (ver la respuesta literal del médico al lado), estuvieron las siguientes:

Hipertensión arterial: Puede coadyuvar en la presión alta de una manera importante ya que actúa en una parte muy importante que es (sic) las arterias y las arteriolas dando un poquito de dilatación y eso hace que pueda bajar la presión arterial un poco”. 

Diabetes tipo II: “la diabetes tipo II tiene múltiples complicaciones por el exceso de azúcar, por así decirlo, que está dando vueltas en el cuerpo, y puede coadyuvar de una manera muy eficaz especialmente en neuropatías e inflamaciones relacionadas con la diabetes”

Enfermedades autoinmunes: “en las enfermedades autoinmunes es eh… donde uno ve un efecto muy… lindo: por qué, porque voy a hablar de varias, llámese lupus, artritis reumatoidea, ehh…CUCI, Crohn, cualquiera de estas enfermedades, ehh… autoinmunes, como el nombre lo dice, es ehh… una enfermedad del sistema inmunológico y como le dije hace unos cuantos minutos, el CBD actúa, o interacciona directamente con el sistema inmunológico del cuerpo humano”.

Fibromialgia: “no cabe la menor duda que la fibromialgia que es una condición particular…el CBD tiene un impacto interesante sobre la fibromialgia ya que actúa liberando a la persona de la ansiedad, del estrés, del dolor y les da claridad mental

Artritis reumatoide: “definitivamente para la artritis es muy bonito lo que le puede pasar a las personas. Pero ese grupo etario tan particular, que son los adultos mayores, es un grupo que se ve muy beneficiado por los beneficios que puede brindarle el uso del CBD, ya que conforme más vivo, pues más me inflamo (¡!). Entonces es de pensar que el adulto mayor tenga un poco más de dolor, tienen insomnio, ansiedad, miedo, ahora esto de la pandemia, el aislamiento, esto realmente puede ser algo que les puede ayudar

COVID: “el CBD es un antiinflamatorio; el CBD puede ayudar de muchas maneras, puede ayudar a desinflamar por ejemplo cuando tienen anosmia, o pierden el olfato y el sabor, el CBD ayuda a broncodilatar, o sea ayuda a que los bronquios, los pulmones reciban más aire u oxígeno. El uso del CBD puede ser interesante en COVID, y especialmente en el post-COVID puede ser muy bueno también”.

Dolor en cáncer: “sí, puede existir un alivio importante, coadyuvado con lo que toman las personas en el cáncer, y sí es importante el beneficio que pueden obtener los pacientes con cáncer, no sólo por el dolor, sino también por los tratamientos de quimioterapia, las náuseas, el vómito y todo lo que ellos generan, el CBD, al desinflamar, pues va a ayudar a que eso sea un poco mejor tolerado

Dolores de ciática: sí claro que sí, al igual que en todos los dolores hay un proceso inflamatorio de fondo, el CBD sí puede ayudar a mejorar el dolor relacionado con una ciática”

Ansiedad: “para la ansiedad es inequívocamente un gran coadyuvante, funciona muy bien en temas de ansiedad, de ahí que muchas personas, por exceso de ansiedad suben de peso, y muchas personas cuando empiezan a consumir CBD al verse suprimida la ansiedad, que eso le va a suprimir todo el resto de las condiciones que trae, va ayudar a que también pueda mejorar todo esto que le acabo de comentar” (¿?)

Disfunción eréctil: “se podría decir que el CBD ayuda a que llegue más flujo sanguiño (sic) al miembro del hombre con lo que eventualmente podría ayudar, y también ayuda con la sensibilidad, de ahí que podría ser de una ayuda importante en una persona con disfunción eréctil”

Para adelgazar: podría coadyuvar a las personas en el manejo del peso, ya que le va a quitar la ansiedad”

Parkinson: “para el Parkinson funciona bastante bien, puede ayudar a las personas especialmente porque tiene otra función: el CBD también es un relajante muscular y un antiespasmódico, entonces ayuda mucho con los dolores, con los movimientos que las personas tienen también”

Sustituto de los AINEs: “Cuando las personas son alérgicas a los AINEs, podrían tener una opción interesante en el CBD, no me cabe la menor duda

El médico afirmó incluso que una paciente pediátrica que él ha tratado personalmente, diagnosticada con síndrome de Rett, ya no convulsiona desde que se le administra CBD. Esto fue respaldado por el comentario en vivo de una familiar de la paciente. Enhorabuena por la paciente y sus familiares si las convulsiones se han reducido o eliminado, si esto realmente es cierto. Esta fue la sola alusión tangencial al único efecto farmacoterapéutico (el efecto anticonvulsivante) que sí se ha llegado a demostrar en ensayos clínicos, y que propició la aprobación del único medicamento con CBD como principio activo autorizado hasta la fecha por la FDA.

Sencillamente no existen estudios clínicos que respalden la mayoría de las afirmaciones que hizo este médico. No existe evidencia científica de peso que pueda dar fe de ninguno de esos usos que se le consultaron. Lo que se encuentra en la literatura científica son estudios en animales, experimentos in vitro (cultivos de tejidos, células aisladas) o experiencias de uso anecdótico en seres humanos, que dan testimonios limitados de algún beneficio obtenido. 

Son esas experiencias, observaciones clínicas y casos anecdóticos, sin duda, los que han dado un empuje sin precedentes a la investigación en el tema de cánnabis medicinal en la actualidad, algo que a todos los que estamos interesados en contar con recursos terapéuticos cada vez más eficaces y seguros nos llena de entusiasmo y optimismo. 

Pero, sabemos que, desde un punto de vista estrictamente científico, no basta con la anécdota, el folklore o la sabiduría popular para que un profesional en salud se lance a hacer semejantes afirmaciones en un programa de difusión radial y televisiva. La barra de la evidencia científica se debe situar a la altura que la seriedad de la situación amerita. Se debe asumir un rol responsable cuando se pretende guiar o educar al público en materia científica. Pero se debe diferenciar muy bien entre las credenciales profesionales y la autoridad que confiere la calidad del conocimiento científico, algo que muchas veces no es fácil discernir para el público lego. Las credenciales informan que el profesional que habla conoce la materia de la que habla. La calidad del conocimiento implica además una gran responsabilidad. Si se me permite la analogía, es como la autoridad que tienen los guías de montañismo o senderismo, que no proviene sólo del conocimiento del terreno y el camino, sino de asumir la responsabilidad sobre aquellos a quienes debe guiar.

“Nosotros no queremos que el CBD sea una medicina”

Ante la inquietud muy válida de un radioescucha, sobre por qué el producto lo están registrando como un suplemento alimenticio y no como medicamento, puesto que le están atribuyendo propiedades medicinales, la respuesta del médico fue:

“No puedo inscribir una sustancia como medicamento que no cumple con las características que el Ministerio de Salud indica. Nosotros no queremos que el CBD sea una medicina, nosotros lo que le estamos dando a las personas es una alternativa para que puedan coadyuvar el manejo de sus condiciones de fondo, sin pasar por alto al cuerpo médico o sus médicos de cabecera y si tienen enfermedades de fondo pues con mucho (más) razón”.

La respuesta es abrumadoramente reveladora de las verdaderas intenciones que hay detrás (o más bien, delante) de toda esta parodia:  esto no es más que un simple negocio.  Resulta una admisión clara y decepcionante de que lo que están presentando, es llanamente un presunto suplemento dietético al que, para poder mercadearlo y venderlo mejor, se le adscriben una exagerada lista de propiedades medicinales y es promocionado en los medios de comunicación por un médico como una “terapia alternativa”. Durante todo el programa, no se hizo otra cosa más que atribuirle acciones y efectos terapéuticos como si se tratara de una panacea, un “curalotodo” cuasi mágico

¡Esto no es una cuestión de lo que ellos quieran o no! ¡Esto no es un simple asunto de gustos o preferencias! ¡Esto es farmacología clínica! Esto es salud pública, individual y colectiva. Si “no quieren” que “sea una medicina”, ¿por qué dedicar tanto tiempo a cacarear con insistencia, sus supuestas bondades medicinales? ¿Se olvidó el médico que coadyuvante, en el contexto del tratamiento de una enfermedad es aquella sustancia, o intervención terapéutica, que como su nombre indica, ayuda o contribuye a la solución de la enfermedad?. Su administración se hace con el objetivo de potenciar el efecto de los otros tratamientos farmacológicos, permitiendo reducir las dosis de los mismos, disminuir la tolerancia, la toxicidad y/o los efectos colaterales. Esto es lo se hace, por ejemplo, cuando se agrega un medicamento en forma de tetrahidrocannabinol (THC) sintético, o un medicamento combinación de THC y CBD, a un tratamiento estándar con fármacos analgésicos opioides como la morfina a pacientes con cáncer.

Sólo existe, a la fecha, un producto farmacéutico, con CBD como ingrediente activo, aprobado por la FDA y se llama Epidiolex®. Las indicaciones aprobadas de este medicamento son tres tipos de problemas convulsivos (epilepsias) pediátricos y muy específicos (síndrome de Dravet, Síndrome de Lennox Gastaut y las crisis convulsivas asociadas o provocadas por una condición llamada complejo de esclerosis tuberosa). Aún en esas indicaciones, el uso del mismo se deja como un último recurso, o alternativa coadyuvante, para aquellos casos en los que las otras terapias disponibles no hayan sido eficaces. En Inglaterra, por ejemplo, sólo pueden prescribirlo especialistas y no los llamados GPs (o médicos generales). Si ese producto llegara al país, lo más probable, y prudente, sería que sólo se permitiera la prescripción del mismo a los neurólogos.

Por lo tanto, hacer afirmaciones de usos terapéuticos para tantas, y tan diversas, condiciones clínicas como las que se citaron arriba, es claramente contrario al rigor científico y a la integridad profesional que debemos mantener cuando nos dirigimos al público, primero y ante todo en nuestra condición de profesionales en salud, y no sólo porque salimos al aire para repartir estribillos promocionales de forma irreflexiva, con la camiseta bien puesta (¡literalmente, logo en pecho y todo!), como empleados de una empresa comercial.

No es adecuado dar a entender que este tipo de productos, que no están registrados como medicamentos, se puedan usar para curar, mitigar, aliviar o prevenir cualquier síntoma o enfermedad, mucho menos de enfermedades tan graves como las que se comentaron arriba. Una sustancia usada con alguno de esos fines es, según nuestra Ley General de Salud, un medicamento. Es muy peligroso, además, dar a entender que el CBD es una sustancia tan aparentemente benevolente, olvidándose que toda sustancia medicamentosa puede tener efectos adversos importantes. 

Ante la pregunta de si el CBD tiene efectos secundarios, el Dr. Villalobos afirmó lo siguiente:

“El CBD es una molécula extremadamente noble, con mucha tolerabilidad y así está expresado por el comité de Farmacoterapia de la OMS, donde dicen que tiene una muy buena tolerabilidad; realmente los efectos secundarios del CBD se pueden ver si uno consume dosis muy altas, porque podría ver usted el efecto contrario a lo que usted está buscando, pero es difícilmente (sic) de encontrar y en la literatura es muy poco lo que se ha encontrado al respecto.” 

¿Es muy poco lo que se ha encontrado en la literatura? Tal parece que el Dr. Villalobos no ha tenido tiempo siquiera para leer la monografía oficial del producto, presentada a la Agencia Europea de Evaluación de Medicamentos (EMEA) y a la FDA, por el fabricante del Epidiolex®. Ahí se puede dar cuenta de las precauciones, contraindicaciones, efectos adversos en dosis usuales (no en dosis altas), así como de las advertencias en relación con el riesgo de interacciones clínicamente relevantes del CBD. O al menos, podría darse una asomadita a la página web oficial de la compañía fabricante (Epidiolex®.com) donde se mencionan no sólo numerosos efectos adversos, sino también los riesgos potenciales (particularmente en relación con sus acciones sobre las transaminasas hepáticas, potencial toxicidad para el hígado, e inducción o inhibición del metabolismo de un sinnúmero de otras drogas que los pacientes pudieran estar ingiriendo concomitantemente para otros padecimientos)

Con una utilización cada vez en aumento, con más personas que se puedan ver estimuladas a probar el CBD animados por afirmaciones tan hiperbólicas expresadas por un médico, el aspecto de la seguridad y los efectos adversos cobra mucho mayor importancia. 

Es sumamente importante que la población sepa, y entienda, que el CBD, como toda sustancia con acciones farmacológicas, tiene también su lado peligroso en cuanto a efectos adversos y en relación con el riesgo de interacciones que puede tener con múltiples medicamentos de otras categorías terapéuticas. Es una sustancia a la que apenas estamos comenzando a conocerle sus propiedades farmacológicas. Es poca, en realidad, la experiencia que se tiene con el CBD, como medicamento, no sólo en niños, sino además en poblaciones adultas, tanto en las aplicaciones neurológicas, como en las otras aplicaciones terapéuticas que se están proponiendo e investigando activamente. 

No se debe olvidar que muchas de las posibles propiedades terapéuticas atribuidas al CBD, en relación con los efectos antiespasmódicos, para mejorar la rigidez muscular y reducir el dolor, se extrapolan del uso autorizado que tiene en la esclerosis múltiple otro producto aprobado en varios países (aunque no en Estados Unidos), llamado Sativex® (al que se le ha adjudicado el nombre genérico de nabiximols). 

El Sativex® ha mostrado ser una opción coadyuvante eficaz (pero no de primera línea) para reducir la espasticidad, de moderada a severa, asociada a la esclerosis múltiple y sólo en aquellos casos de pacientes que, por alguna razón, se muestran resistentes o no toleran otras terapias relajantes o espasmolíticas convencionales de eficacia comprobada. Sin embargo, esos efectos como antiespasmódico y analgésico no pueden ser atribuidos exclusivamente al efecto del CBD, puesto que este producto es una pulverización bucal (aerosol bucolingual) que contiene extractos de cánnabis combinados, por partes iguales de CBD y THC (el tan “temido”, pero a la vez tan solicitado, ingrediente psicoactivo obtenido del cánnabis). 

De hecho, el ingrediente activo mayormente responsable de esos efectos terapéuticos es el THC, o podría ser también lo que algunos llaman el efecto de “entourage” (efecto séquito en español) que proporciona la combinación de los dos ingredientes. Este término, fue acuñado por Raphael Mechoulam, uno de los más prestigiosos investigadores (si no, el mayor) en materia de cannabinoides a nivel mundial. Hace referencia a cómo los diferentes compuestos del cánnabis, distintos al THC, actúan de forma sinérgica para producir una amplia variedad de acciones sobre el cuerpo y cómo la integración de estos compuestos crea el efecto séquito, que en general mejora el efecto medicinal y a la larga reduce el posible impacto psicoactivo indeseado. 

El CBD, si bien es cierto posee acciones analgésicas y relajantes musculares, podría contribuir al efecto final, pero en este caso se agrega a la mezcla más que todo con el objetivo de proveer este efecto séquito y contrarrestar algunos de los efectos indeseables del THC como pueden ser la taquicardia, la ansiedad, la apatía, la aversión y otros síntomas psicoactivos.

Sistema endocannabinoide (como lo entiende y explica el Dr. Villalobos)

Según el médico, la razón por la cual el CBD puede ser utilizado en tantas y tan diversas indicaciones clínicas, es porque la sustancia “tiene una ventaja”, la cual es que “contrarresta la inflamación de fondo que es común a todos estos procesos de enfermedad”. Con esta sola acción (la antiinflamatoria), al parecer bastaría para que el público entienda por qué el CBD es, aparentemente, tan versátil en su amplísimo espectro de utilidad terapéutica.

En esta parte del programa, el médico hizo otro intento, según él, de “ahondar en la explicación” para que el periodista y sus radioescuchas pudiesen “entender correctamente” cómo actúa el CBD. Con una solemnidad portentosa, como quien sabe muy bien de lo que está hablando, se permitió decir lo siguiente:

“nuestro cuerpo tiene ese sistema, sistema endocannabinoide, ¿y eso qué significa?: que tenemos estructuras especializadas en todo el cuerpo, en la piel, en todas las células del cuerpo, que pueden procesar el CBD, de ahí que uno de los principales sistemas donde actúa el CBD es en el sistema inmunológico, y básicamente lo que hace es como desinflamar, ¿y qué significa eso?: todas las enfermedades que yo conozco, o que me enseñaron, o que conocemos en medicina, tienen una cosa en común que es la inflamación, sea un infarto, un derrame, un cáncer, una arruga, una cana, hay inflamación de fondo. Entonces, ¿por qué el CBD puede llegar a coadyuvar en todo lo que usted dice?, porque llega a desinflamar; el origen de la enfermedad, o el origen de la condición es la inflamación, entonces yo le estoy dando, o usted está recibiendo, o alguien está consumiendo, lo que el cuerpo ha dejado de producir correctamente, o que simple y sencillamente sobrepasa su, sus…su función” (¿?).

De lo dicho, podemos entonces asumir, y resumir, ¡que todas las bondades terapéuticas del CBD se deben a que esta sustancia es un antiinflamatorio! OK… ¿Qué estamos esperando entonces para tratar de “coadyuvar” o paliar todas esas enfermedades que el doctor conoce, o que a él le enseñaron, con una buena inyección de diclofenaco o dexametasona, o con una tabletita de ibuprofeno o aspirina? 

Es tal el nivel de imprudencia, y de confusión, a la hora de pretender explicar los aspectos farmacológicos de los fitocannabinoides, que cuando el representante médico de la empresa intentó explicar qué es el CBD, o dónde y cómo actúa, se aventuró a poner en la misma mezcolanza a los endocannabinoides diciendo cosas como:

“El CBD es una sustancia análoga o similar a una que produce nuestro cuerpo que se llama 2-acilglicerol (sic), eso significa que nosotros producimos CBD también(¡!). 

Ante semejante disparate, la duda del periodista es evidente, y por ello le vuelve a preguntar con tono y expresión de incredulidad: ¿“Nosotros producimos CBD? Y la respuesta del médico, segura y tajante, es: “Sí señor” (¿?). 

Hay que advertir que ese, por supuesto, no es el nombre correcto de la sustancia endógena (se llama 2-araquidonoilglicerol, pero bueno, ¿qué le vamos a hacer?); ese es apenas uno de los tantos endocannabinoides que nuestro cuerpo produce y que han sido descubiertos a la fecha, precisamente porque paralelamente se han descubierto otros subtipos de receptores cannabinoides. ¡Ni qué decir del desatino en el enunciado de que nosotros también producimos CBD endógeno!!

Pero la cosa no termina ahí. Las afirmaciones discordantes e inexactas continuaron con declaraciones como las siguientes:

El CBD no es psicoactivo, nos puede coadyuvar a que las personas dejen ciertas adicciones

¿Cómo se puede afirmar con tanta ligereza, y hasta aparente convicción, que el CBD no es psicoactivo? Cómo explicarse entonces que, precisamente, sus únicas indicaciones terapéuticas aceptadas sean para problemas neurológicos que tienen un origen en la disfunción electroquímica cerebral, como lo son los tipos de epilepsias antes citados. El término psicoactivo simplemente nos indica que la sustancia en cuestión ejerce algunas o todas sus acciones sobre el sistema nervioso central (llámese cerebro, cerebelo, médula espinal). Si no, ¿por qué atreverse a decir que el CBD podría coadyuvar a que las personas dejen ciertas adicciones? ¿Dónde, sino en el cerebro, es que se localizan los circuitos neuroquímicos responsables de los mecanismos reguladores del placer y la recompensa que explican la adicción a sustancias de uso recreativo y/o de prescripción médica?

El uso del término psicoactivo, en ese sentido, no sólo es desacertado, sino que es sencillamente incorrecto. Quizás lo que el doctor quiso dar a entender es que el CBD no es psicotomimético o psicodisléptico, términos más apropiados empleados en el vocabulario de la psicofarmacología y la farmacodependencia, para aquellos compuestos químicos, naturales o de síntesis química, que modifican el estado de consciencia, alteran la conducta, la cognición, distorsionan la percepción, o inducen alucinaciones y hasta brotes psicóticos (como bien lo puede hacer la marihuana, mayoritariamente por su ingrediente THC). Son estos los efectos que el CBD no produce o que más bien atenúa, pero eso no puede hacernos afirmar que no es psicoactivo.

“El CBD nos ayuda a desinflamar ya que actúa directamente sobre el sistema endocannabinoide…y este sistema es el encargado de que usted y yo produzcamos nuestro propio CBD y nuestro propio THC”

¡De nuevo! Nuestros cuerpos, ahora, no sólo producen CBD, ¡también producimos nuestro propio THC! Esta vez el periodista, probablemente por prudencia y decoro, desistió de volver a preguntar por el “THC endógeno”.

Realmente, es difícil reseñar tanta falta de seriedad, sin caer en el sermón, pero es claro que quien se expresa en esos términos no tiene una adecuada comprensión de las diferencias entre unas y otras sustancias, es decir, qué es un endocannabinoide (propio del cuerpo) y qué es un fitocannabinoide (propio de las plantas). Un poquito de química orgánica o medicinal básicas quizás no sea mucho pedir al director médico de una empresa que mercadea un compuesto farmacológicamente activo. 

Las “verdades” del marketing médico y la autoridad de la ciencia no se llevan muy bien cuando un simple alegato que se pretende pasar por “ciencia” está al servicio de los intereses ocultos de un simple negocio. Pero sabemos que toda autoridad se reduce a la autoridad de sus motivos. En este caso, la divergencia entre la legalidad de la comercialización de productos “alimenticios” y lo éticamente posible en la atmósfera del marketing impide traducir la información abstracta en datos que tengan utilidad práctica, es decir, que la toma de decisiones inteligente, y la práctica médica estén científicamente informadas. Con más razón, si lo que se intenta comunicar se hace con insuficiencia de conocimiento.

El cierre de la entrevista, con otra explicación de cómo funciona el sistema endocannabinoide, es simplemente apoteósico, dado el nivel al que desciende la “explicación”. Verdaderamente da pena ajena cuando alguien, independientemente del rol que pueda estar cumpliendo en estos momentos como funcionario de una empresa privada, se expone públicamente y se atreve a decir cosas como:

“Tal vez para decirle rápidamente el por qué sus efectos, debido a la gran distribución que hay en todo el organismo, es que no es lo mismo que yo me tome una pastilla de esto (enseña un bolígrafo a la cámara), si yo no tengo dentro de mi cuerpo nada que sepa cómo comerse esta sustancia (¡!). Entonces, cuando yo tengo una distribución en todo el organismo de receptores especializados llamados CB1 y CB2 por eso es que el CBD tiene una amplia manera de llegar o de actuar en las personas, ya que esa misma gota te puede ayudar a nivel mental, a nivel inflamatorio o a nivel de dolor, en tres, cuatro, o cinco regiones anatómicas diferentes del cuerpo, porque así estamos construidos”. (¡!)

Hay una frase, atribuida a Albert Enstein, que se repite mucho en los ambientes docentes universitarios, y dice que los temas científicos deben ser explicados “Tan fácil como sea posible, pero no tan fácil”. No se puede subestimar a tal punto la capacidad de comprensión de un público educado e inteligente, aunque no tenga necesariamente formación científica, como para dar una “explicación” como la citada arriba. Y hay otra frase ya célebre, y quizás más pertinente en este caso, acuñada por el conocido difusor de la ciencia, el astrofísico Neil deGrasse Tyson que dice: 

“Uno de los grandes desafíos en este mundo es conocer lo suficiente acerca de un tema como para CREER que estás en lo correcto, pero no lo suficiente acerca del tema…como para SABER que estás equivocado”

¡En definitiva, este nivel de confusión sobre el tema del sistema endocannabinoide, y la pobreza explicativa no tienen exculpación para un profesional que se presenta como representante o vocero médico de una empresa! Si lo que quería era utilizar un lenguaje sencillo y accesible para que los radioescuchas pudieran entender el modo (que no el mecanismo) de acción del CBD, pues el intento fue infructuoso. Como docente que soy, se me podrían ocurrir decenas de analogías o metáforas (y por supuesto otras expresiones) para poder explicarlo.  ¿Por qué recurrir a un enunciado tan inexacto, tosco u ordinario como el que los seres humanos tenemos en el cuerpo ¡algo que sabe cómo comerse una sustancia!? 

Cannabis y cannabinoides medicinales: la cosa es muy seria

Es urgente que los farmacéuticos podamos tener un espacio en el mismo, o en otros programas, y que tengamos la oportunidad de aclararle al público, de forma responsable, todos estos aspectos que fueron atropellados y tergiversados en esta edición de Matices. Como dicen los anglosajones: presentar “facts, not fiction” (hechos, no ficción), o como diríamos los hispanohablantes: “separar el grano de la paja” para aclarar los hechos y que las cosas queden claras de una buena vez. La verdad fáctica es un hecho social y ésta se establece, o tergiversa, con testimonios directos y declaraciones de quienes ostentan, aparentemente, el conocimiento fáctico (los denominados “expertos” que aparecen con frecuencia en los medios). En materia de salud, y en el uso de los medicamentos en particular, los farmacéuticos tenemos la responsabilidad de prevenir los usos incorrectos de los datos científicos y de mantener una firme oposición a la promoción indebida e indiscriminada de productos “alimenticios” que quieren pasar por medicamentos. Como profesionales cuyo objeto de estudio son los fármacos, estamos en la obligación de proveer información objetiva y veraz, como insumo indispensable para que tanto los profesionales médicos, como el público en general, puedan tomar decisiones sabias y ejercer su capacidad de actuar con responsabilidad. La libertad de comercio y de expresión mal entendidas, se vuelven pantomimas, meros disfraces, y en este caso, dos herramientas más al servicio del marketing médico. ¡Mercadeo que se hace pasar por ciencia médica!

Con tantos años en esto, como psicólogo de formación complementaria, y con todo lo que he podido ver en el mundo del marketing farmacéutico, sigo sin comprender cómo, o por qué los seres humanos, y particularmente algunos profesionales se puedan prestar para estas cosas. ¿No se dan cuenta de lo que están haciendo? ¿No perciben el papelón que hacen con estas exhibiciones, en el rol de autoproclamados expertos? Honestamente, creo que no. Los seres humanos, muchas veces motivados por intereses personales, económicos, y hasta por las ansias de atención mediática (el simple hecho de figurar en un medio audiovisual), no nos damos cuenta de las consecuencias que nuestras palabras y actos pueden llegar a tener en nuestra propia imagen y credibilidad como profesionales; con relativa facilidad se pueden también pasar por alto las repercusiones que podrían tener en la salud individual y colectiva de nuestros semejantes.

Todo, por el eterno afán de lucro. Todo por la ambición desmedida de hacer negocio, por el beneficio personal; no importa si para ello haya que aprovecharse del desconocimiento de los usuarios potenciales; aquellos que no tienen por qué saber de los aspectos básicos relacionados con los usos medicinales de los cannabinoides, pero a quienes deberíamos aportar la información más fidedigna y adecuada al respecto. 

Y ya que estamos en la esfera de la mentira y el engaño, una frase de nuestro académico, filósofo y escritor costarricense, Rafael Ángel Herra, podría esclarecer más elocuentemente mi desasosiego:

“En su condición de agente moral, ¿cómo puede una persona cualquiera y en cualquier momento activar en su beneficio y con cierto margen de triunfo, tantos y tan poderosos recursos productores de buena conciencia? Es como si aplicara una regla incondicional de la desculpabilización, la ley perversa que dice: actúa de tal manera que la máxima de tu acción sea la de no sentir culpa, no importa lo que hagas”.

                                                             Rafael A. Herra. Autoengaño: Palabras para todos y sobre cada cual (1)

En el cierre del programa, la frase más surrealista la expresó el propio conductor del programa, cuando agradeció al médico por habernos ilustrado sobre estos temas”. ¿Ilustrado? Este tipo de “ilustraciones” son muy peligrosas, sobre todo para un pueblo como el nuestro que culturalmente ha profesado siempre una profunda admiración, y se podría decir hasta una pleitesía (quizás nunca más inmerecida que hoy) por la palabrería frívola y pseudocientífica procedente de ciertos profesionales. Algunos, cuando tienen exposición en medios de comunicación, sin el más mínimo asomo de sonrojo, se presentan a la opinión pública como si de verdad fueran líderes clave, formadores de opinión.

Lo más doloroso de todo esto es que, a la larga, como se pudo evidenciar por los comentarios de muchos radioescuchas o televidentes, la gente reaccione más bien de una forma antagónica a las verdaderas posibilidades del uso terapéutico de los fitocannabinoides. Como mencioné antes, esta es un área de intensa investigación en todo el mundo, y la planta es fuente de una cantidad importante de otros compuestos cannabinoides y no-cannabinoides con posibles acciones farmacoterapéuticas que bien vale la pena estudiar. Es un área que se presta para una intensa controversia, que tiene una gran cantidad de defensores y abanderados a favor, pero que tiene su buena dosis de fuertes detractores y que es susceptible de ser desdeñada sin prestarle la atención que se merece. No estamos en un buen momento histórico como para azuzar, aún más, el negacionismo científico, el descrédito y la falta de autoridad que los temas científicos han tenido en este último año (por ejemplo, con la suspicacia general sobre la posible legalización del cánnabis medicinal).

Cuando algo no se presenta de manera objetiva y verosímil, es presentado con exageraciones tan evidentes, como algo “demasiado bueno para ser cierto”, la gente puede reaccionar de la manera más perniciosa. Cuando esto sucede, el discurso científico pierde autoridad, y el usuario final reacciona con escepticismo, desconfianza y hasta con cinismo como lo hicieron algunos radioescuchas (uno de los cuales se permitió hasta una burla vulgar: una consulta sobre un “misterioso ingrediente” encubierto en un juego obsceno de palabras; ¡el periodista picó el anzuelo y la comunicó al médico… al aire!).  ¡Me imagino la reacción de regocijo del vulgar bromista! 

El tema del CBD, el THC, los otros fitocannabinoides, sus análogos sintéticos, y hasta la potencial legalización de la propia planta de cánnabis (entiéndase marihuana o cáñamo) con fines medicinales, es un tema serio y delicado, que amerita una discusión prudente, mesurada, con una presentación veraz y objetiva. El respaldo, la evidencia y la validez de los datos que se presenten deben originarse en una medicina basada en evidencias, y no sólo en ocurrencias o intereses sombríos. 

  1. Herra, RA. “Autoengaño: palabras para todos y sobre cada cual”. San José: Editorial UCR; 2007.

*Las opiniones expresadas en el siguiente comentario son responsabilidad absoluta del autor y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Comisión sobre Cánnabis Medicinal ni de la Junta Directiva del Colegio de Farmacéuticos de Costa Rica

DR MARVIN GÓMEZ VARGAS, PHD, MBA

Farmacéutico – Psicólogo – Psicoterapeuta

Doctor en Neurociencias

Especialista en Neuropsicofarmacología

Docente Universitario

Miembro Asesor de la Comisión de Cánnabis Medicinal

Colegio de Farmacéuticos de Costa Rica