Frente a la pestilencia del odio y la ignorancia
Hace una semana tenía que haber enviado mi tercera columna. No pude. Quería escribir sobre la ola de misoginia, ignorancia, odio y brutalidad que se desató luego de la noticia sobre el femicidio de una joven de 19 años, oriunda de Barva de Heredia.
Lo único que yo quería hacer en esos días era mandar a callar a las decenas de personas, hombres y mujeres, que estaban emitiendo sus juicios de valor, tanto del caso en particular, como del problema estructural de la violencia machista y del femicidio, desde el más hondo desconocimiento y desde una disposición moral que solo puedo calificar como carroñera.
¿Por qué se atreven a emitir criterios totalizantes sobre asuntos de los que no saben nada? ¿Por qué este abrumador y ensordecedor tsunami de opiniones desinformadas y odiosas, que emiten personas que creen saberlo todo y en realidad no saben nada? ¿De dónde sale tanta inquina hacia las víctimas?
Las redes sociales son una cloaca, pensé. Tenía toda la razón Umberto Eco. Toda la imbecilidad del mundo termina depositada en las redes sociales y al sedimentarse, asfixia cualquier intento de diálogo serio y argumentado.
Me pregunté, con total sinceridad, cuál podría ser el problema de esos hombres que hacen del femicidio un evento para atacar a las mujeres. Es que eso ya no me parece una mera muestra de las conductas propias de la masculinidad hegemónica. No. Lo que estaba pasando era un paroxismo de la embrutecida y aterrorizada masculinidad en crisis.
Sí, estoy asqueada. Pero no solo de la misoginia, sino además, de la ignorancia cuando es el resultado de una libre elección. Descubrí que ahora los líderes de opinión en este país son payasos mediáticos que tienen espacios en redes sociales, en radio y en TV nacional, y que no son capaces ni de escribir correctamente un comentario en Facebook. Tienen poder simbólico y económico, pero no les interesa leer o informarse. No necesitan ir más allá de la referencia populista y complaciente a la Biblia, para luego pasar a la sección de chistes racistas, homofóbicos y sexistas; recibiendo con este acto vulgar, los gritos de aprobación miles de personas que son el triste y peligroso resultado de la debacle de la educación pública primaria y secundaria.
Esos lamentables y vergonzosos líderes de opinión son los que hoy instalan los sentidos comunes en nuestro país. Ellos decretan qué es y qué no es verdadero, qué es y qué no es importante, cuáles son los problemas de este país y cómo se pueden solucionar. Todo parece indicar que lo único que se está redistribuyendo en Costa Rica es la ignorancia, el anti-intelectualismo y la patanería.
Después de hacer un enorme esfuerzo para recuperar la compostura y no vomitar de tristeza y rabia, cada vez que entraba a ver las opiniones de mis conciudadanos y conciudadanas acerca de los crímenes de odio, decidí ofrecer en esta columna, una serie de datos obtenidos a través de métodos cuantitativos, que forman parte del Global Study on Homicide https://www.unodc.org/unodc/en/data-and-analysis/global-study-on-homicide.html del 2019. Aquí están, para quienes quieran informarse:
Si bien los hombres son más propensos que las mujeres a ser víctimas de homicidio, son aún más propensos a ser los perpetradores. Más del 90% de los sospechosos en casos de homicidio en 2014, 2015 y 2016 eran hombres. De poco más de 133.500 personas que entraron en contacto formal con el sistema de justicia penal por homicidio intencional en 49 países y territorios en 2016, solo el 10% eran mujeres. La proporción de sexos de las condenas por homicidio siguió un patrón similar: en 74 países con datos disponibles entre 2010 y 2017, las mujeres representaban solo el 6% de todas las personas condenadas por homicidio, y la proporción en Europa (9%) es ligeramente superior al África (5%), América (7%) y Asia (6%).
Las mujeres constituyen la gran mayoría de las víctimas de homicidio perpetrado por parejas íntimas (femicidio íntimo). Las mujeres fueron las víctimas en el 82% de los asesinatos cometidos por parejas íntimas durante 2017, lo que confirma cómo las mujeres siguen soportando la mayor carga de victimización en el contexto de la violencia de la pareja. Los hombres que matan a sus parejas íntimas tienen un perfil marcadamente diferente a los hombres que matan a mujeres que no son sus parejas o exparejas, según estudios de varios países europeos. Tienden a tener mejores trabajos y disfrutan de un nivel de vida más alto que otros perpetradores, y a menudo no tienen antecedentes penales. Un estudio encontró que los hombres que mataron a sus parejas estaban mejor educados que otros perpetradores de homicidios y tenían menos brechas en su historial laboral. En varias investigaciones se han identificado con frecuencia las causas de asesinatos como la posesividad y control del hombre sobre su pareja o expareja.
Los asesinatos de mujeres y niñas relacionados con el género (femicidios) pueden evitarse mediante una mejor coordinación entre los servicios prestados por el estado, y también mediante la participación de los hombres. Las políticas que buscan prevenir y reducir la violencia homicida deben tener en cuenta la demografía de las víctimas. Dependiendo de su edad y sexo, las personas pueden verse afectadas por el homicidio de diferentes maneras, y esto requiere respuestas políticas específicas. Los asesinatos de mujeres y niñas relacionados con el género, medidos por la tasa de mujeres asesinadas por parejas íntimas u otros miembros de la familia, se han mantenido estables en los últimos cinco años, lo que sugiere que las mujeres continúan soportando la mayor carga de victimización como resultado de los estereotipos de género y la desigualdad.
Los asesinatos cometidos por parejas íntimas u otros miembros de la familia afectan predominantemente a las mujeres. Los niveles de tales asesinatos parecen ser relativamente estables en el tiempo y muestran una menor variación entre países que los de otras formas de homicidio. Combatir este crimen requiere cambios estructurales a largo plazo que aborden la violencia doméstica a través de un enfoque holístico. Esto implica fomentar cambios en las actitudes hacia los roles de género, reducir la dependencia y proteger a las mujeres y otros grupos vulnerables a través de una política de cero tolerancia a la violencia.
Los asesinatos de mujeres por parte de parejas íntimas representan la culminación de la violencia a largo plazo y pueden prevenirse. Es necesario implementar políticas para garantizar que las mujeres tengan acceso a una amplia gama de servicios proporcionados por la policía, el sistema de justicia y las agencias de salud y asistencia social. Debería impartirse capacitación a la policía y los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley para sensibilizarlos sobre las necesidades de las mujeres y garantizar que puedan identificar y responder adecuadamente a situaciones de abuso doméstico. No se debe tolerar la impunidad de los perpetradores de violencia doméstica. Además, también deberían existir políticas que brinden un fácil acceso a servicios de apoyo especializados, como refugios y líneas de ayuda, que puedan brindar a las mujeres el apoyo que necesitan para salir de una relación abusiva.
Las políticas que abordan esta forma de violencia contra las mujeres deberían involucrar activamente a los hombres en la lucha contra la violencia relacionada con la pareja / familia mediante la difusión de normas y valores culturales que promuevan la igualdad entre mujeres y hombres y la eliminación de los roles de género estereotipados. Las medidas concretas para involucrar a hombres y niños en la eliminación de la violencia contra las mujeres y, por lo tanto, el asesinato de mujeres y niñas por motivos de género, incluyen: brindar educación a niños y niñas desde una edad temprana que promueva la igualdad de género; e implementar programas dentro de las comunidades locales dirigidos a cuestionar los estereotipos de género existentes, discutir las nociones de género y masculinidad, y transformar los roles de género.
GABRIELA ARGUEDAS
@maga72