Los hombres que odian a las mujeres aman la destrucción del Planeta
“Is Eco-Friendly Unmanly? The Green-Feminine Stereotype and Its Effect on Sustainable Consumption” es uno de los tantos artículos académicos que analizan la relación entre el género y las decisiones que toman las personas, con respecto al medio ambiente. Los autores concluyen, con base en los resultados de sus investigaciones y de otros estudios sobre este tema, que los hombres tienden a no adoptar conductas amigables con el ambiente porque creen que la preocupación por la crisis ecológica es un asunto “femenino”.
Estos investigadores explican que, en la medida en que se intensifica la amenaza de los comportamientos destructivos para el medio ambiente, es cada vez más urgente identificar oportunidades para aumentar la conciencia ambiental y promover los cambios culturales que sean necesarios para preservar la vida en este planeta. Uno de los obstáculos identificados en estudios anteriores es que los hombres tienen menos probabilidades que las mujeres de mostrar consciencia ecológica en sus actitudes, elecciones y comportamientos. Otras investigaciones han demostrado que las mujeres están más preocupadas por la crisis ambiental y están más dispuestas a tomar medidas para enfrentar estos graves problemas. En contraste, los hombres arrojan más basura, reciclan menos, tienen una mayor huella de carbono en general y se sienten menos culpables por vivir un estilo de vida que no es sostenible.
Otras investigaciones han identificado que las mujeres también muestran una perspectiva superior y una ética de cuidado más fuerte, que se han relacionado con el ambientalismo. Además, las mujeres pueden mostrar un mayor compromiso con el medio ambiente porque están más inclinadas a adoptar una perspectiva de tiempo futuro.
Sin embargo, los autores de este artículo no se centraron en esas diferencias de personalidad entre hombres y mujeres, que contribuyen a la brecha de género en la sostenibilidad ambiental, sino que buscaron otra forma de explicar este fenómeno. La conclusión a la que llegaron estos investigadores es que la resistencia de los hombres proviene en parte de una asociación prevalente entre los conceptos de ecologismo/sostenibilidad y feminidad, y el estereotipo de que los consumidores “verdes” son “femeninos”. Como resultado de este estereotipo, los hombres que temen ser calificados como femeninos o como “poco masculinos” evitan o incluso se oponen los comportamientos y decisiones ambientalmente sostenibles o ecológicas, y lo hacen principalmente para defender su identidad de género. El mantenimiento de la identidad de género, derivado del deseo de los hombres de evitar un estereotipo ecológico-femenino, contribuye a la brecha de género en el consumo sostenible.
Los autores usan la teoría de la identidad social para explicar esta asociación entre masculinidad y resistencia a adoptar conductas que podrían ser vitales para enfrentar la crisis ecológica que vivimos. Según esta teoría una parte del concepto que las personas tienen sobre sí mismas se deriva de la membresía de grupo. El sentido de pertenencia a un grupo es fundamental para la identidad personal. Las personas tienden a imitar el comportamiento de los miembros del grupo, mientras se abstienen de actuar de manera similar a los grupos externos disociativos (grupos que son percibidos como opuestos o contrarios al grupo al cual se pertenece).
En resumen: los hombres que están muy preocupados por mantener una identidad de género apegada al ideal dominante de la masculinidad (masculinidad hegemónica ), se resisten a adoptar patrones de consumo y de conducta más ecológicos o ambientalmente sostenibles porque si lo hacen, serían calificados por otros hombres de su grupo como “femeninos” o “poco masculinos”. Es decir, esa censura de grupo (burlas, descalificaciones, irrespeto, etc) los alejaría de sus pares (sus amigos, familiares hombres,). Pero lo que estos autores no explican y que para mí es lo más significativo en esta discusión, en el rol que juega la misoginia en esta resistencia masculina al cambio y ese rechazo a las conductas (y por lo tanto a las políticas) más ecológicas o ambientalmente sostenibles.
La masculinidad hegemónica es estructuralmente misógina. Se basa en la idea de que todo lo masculino es y debe ser opuesto a lo femenino y que lo femenino es inferior, carece de valor y de importancia. De ahí que lo femenino se utilice como insulto para degradar a los hombres. Nada más temido por un hombre apegado a esos parámetros tradicionales de la masculinidad, que ser comparado con una mujer. Si los hombres no analizan críticamente su propia identidad de género y la forma en que la masculinidad hegemónica se basa en la idea de que un hombre verdadero debe ser completamente opuesto a toda característica o conducta que pueda ser calificada como femenina, seguirán siendo una amenaza tanto para las mujeres como para toda forma de vida en el Planeta. Los hechos lo demuestran.
Referencia.
Aaron R. Brough, James E. B. Wilkie, Jingjing Ma, Mathew S. Isaac, David Gal. Is Eco-Friendly Unmanly? The Green-Feminine Stereotype and Its Effect on Sustainable Consumption. Journal of Consumer Research, Volume 43, Issue 4, December 2016, Pages 567–582.
Gabriela Arguedas
@maga72