Lo que no se dice: escenarios posibles

Ciertamente no podremos combatir la crisis que se nos viene encima, si no pensamos en todos; el criterio más oportuno de solidaridad comienza en el reconocimiento y visibilización de los puntos más neurálgicos.

La narrativa del gobierno nos recuerda todos los días que los proteccionismos son para los grandes: lacerar la capacidad adquisitiva de los trabajadores y los hogares, con imposiciones regresivas es, sin más, un incentivo espurio que suscita depresiones en el consumo: craso error.

De ahí que en los siguientes cuatro acápites (1. Propensión marginal al desempleo, 2. El impacto desde el Turismo: Una simulación, 3. Precario ahorro de los hogares y liquidez y 4. Una batería de recomendaciones) intente exhibir de manera taxativa tanto los lugares donde más aprieta el zapato, como una brevísima serie de recomendaciones para aliviar tal presión, con un criterio progresivo. 

Destaco los resultados obtenidos, de la aplicación de una simulación, que permiten esbozar el posible impacto en la producción total y en el empleo, de una reducción en el turismo receptor.

Propensión marginal al desempleo

Hace algunas semanas nos ocupábamos en que el desempleo hubiese aumentado marginalmente. Aún cuando tal aumento haya sido estadísticamente poco significativo y la narrativa estrictamente metodológica solo se atreva a afirmar que el cambio es superfluo, la tasa de desempleo nacional del IV trimestre del 2019 alcanzó el 12,4%.

Significa que la crisis nos sorprendió con una base de 309 mil personas desempleadas, en medio de una fuerza de trabajo total de 2,49 millones de personas, lo cual no es, a despecho de la afirmación desde el relato metodológico, un número despreciable. 

Sobre todo si lo consideramos en perspectiva de las realidades subyacentes como la de género o de la informalidad: el desempleo femenino aumentó en promedio a un ritmo de casi 2%, en el último lustro y la informalidad total en el empleo asciende al 46,5%, es decir, cerca de un millón de personas.

Pero no solamente estos dos sectores coexisten dentro de la subrepticia dinámica de la vulnerabilidad y propensión marginal al desempleo, si hilamos más fino en la informalidad, observamos que, de la cantidad de microemprendimientos de los hogares (que generaron cerca de 700 000 puestos de trabajo en el año anterior, un 72,8% de los puestos de trabajo permanentes), un 79% son informales, para los que la moratoria en el pago de cargas sociales será poco efectiva, si no se hace acompañar de una medida crediticia.

Además, si pensamos en perspectiva sectorial, resalta el grupo de servicios, dentro del que destacan actividades como el transporte y las “chambas” o “camarones”, que representan un 43,2% de la totalidad de las microempresas de los hogares. Esta informalidad encarna un criterio expulsivo en tanto más de un 60% de esas empresas no cuenta con seguro social, haciendo parte del gran total de más de 800 000 costarricenses (15%) que tampoco lo tienen.

Entonces, es plausible proyectar que, en el peor de los escenarios:

  • cerca de 150 416 empleos ocasionales e informales podrían perderse, más un estimado de entre 90 000 y hasta 120 000 empleos permanentes, por su sola propensión marginal al desempleo, haciendo un gran total de 270 416 puestos de trabajo en riesgo potencial, 

  • de los cuales (al momento de escribir estas líneas) 96 569 trabajadores del ramo de restaurantes que a la vez son microemprendimientos, ya se contabilizan desempleados de manera efectiva, según datos de CACORE.

  • Es decir, existe una fuerte presión funcional sobre un 10.86% de la fuerza laboral total, solo producto de la afectación en los microemprendimientos.

La condición de liminariedad que ya de por sí ostentaban, se correrá un poco más en detrimento de su capacidad de actuar. Pensemos también en las más de 2000 personas que trabajan en entregas a domicilio y que no se pueden permitir el detenerse, en aquellas pequeñas empresas familiares altamente expuestas a la informalidad, en las servidoras domésticas y muchas otras realidades que, absortas y aturdidas, asisten al refrendo de unos y al silencio de los demás.

El impacto desde el turismo: una simulación

El turismo ha sido históricamente una de las actividades más dinámicas. Por ejemplo, solamente el año anterior hubo más de 3 millones de visitas en todo el año y en el año 2018, las divisas por concepto del turismo ascendieron a 3 800 millones de dólares, según datos del ICT.

Evidentemente esta es la primera línea de afectación económica ante la actual emergencia, en razón del cierre de fronteras. Pero su relevancia no se reduce exclusivamente a su sector pues, claramente, es además una de las actividades que más encadenamientos productivos genera y, por ende, que mayor capacidad de afectación tiene.

Simulando una (considero optimista) caída del 50% en el Turismo Receptor, como componente de la demanda final, se tendría:

  • Un impacto negativo en el Producto Interno Bruto total de hasta 510 360 millones de colones, es decir una disminución de casi el 3%. Concomitantemente una caída en las remuneraciones por concepto de salarios en más de 200 millones de colones y una caída de hasta 54 370 personas, en la cantidad de personal ocupado.

  • La afectación producto de la depresión en la actividad turística sería más gravosa para los sectores de los Alojamientos y Hotelería, con una caída en la producción total de casi el 40% y una pérdida de alrededor de 12 000 puestos de trabajo

  • en las Agencias de Viajes, Operadores Turísticos, Servicios de Reservas y Actividades Conexas la caída de la producción total puede ser de hasta un 21% con una pérdida de más de 1000 puestos de trabajo

  • y en la Actividad Industrial Asociada al Turismo, la producción total podría caer cerca de un 20% con casi 1000 puestos de trabajo destruidos.

  • La Actividad Comercial podría sufrir un impacto negativo de hasta un 1% en su producción total, pero con un saldo de más de 4000 puestos de trabajo potencialmente perdidos.

Esto, reitero, solamente en los sectores que guardan una franca y directa asociación con la actividad turística. Estos niveles de decaimiento y presión sobre los puestos de trabajo se alcanzarían en el entendido de que no se tomen o sean inefectivas las medidas para disminuir el estrés sobre el mercado laboral.

Precario ahorro de los hogares y liquidez

La crisis isotópica, la económica, que viene detrás del virus, nos encuentra con los pantalones a media pantorrilla. La propensión al ahorro ha sido idiosincráticamente deplorable, desde siempre, y así se manifiesta, por ejemplo, al observar que solo la mitad de la población realizó algún ahorro durante el año 2018 y que este promedio se ve disminuido si consideramos los hogares de menores ingresos, entre los que solamente un 39% logró ahorrar.

Pero además el ahorro no está completamente bancarizado: en perspectiva macro, desde el año 2016 la variación de los ahorros en moneda nacional mantenidos en el sistema bancario, también se venía desacelerando a un ritmo promedio interanual de 60,13%.

Esto estimula una excesiva presión genérica sobre la liquidez disponible para los hogares (ulteriormente), cuya propensión, ya de por sí, era a la baja: en el último lustro la colocación total líquida se redujo a un ritmo del 8% como promedio interanual.

El crédito interno a disposición del sistema financiero, venía contrayéndose también a un ritmo de 3,62% como promedio interanual, en el último lustro. 

Si bien debemos admitir que estas posiciones responden a una coyuntura en la que se le daba primacía al cumplimiento de las metas monetarias, la situación actual exige una revisión (cuando menos), para suplir la necesidad final de liquidez para afrontar la crisis económica, cuidando de que no ello devenga en una excesiva presión sobre los precios, en el corto plazo.

De la aplicación del índice de condiciones financieras, como señal para la política monetaria y evaluación del efecto de las condiciones sobre el desempeño futuro, aprendimos que las condiciones financieras aparte de ser una fuente en sí mismas, también actúan como un propagador de choques macroeconómicos. 

Desde febrero del año anterior ha mostrado un comportamiento marginalmente variable y adelantado con respecto a la actividad económica, la cual, había venido siendo muy tímida en los últimos periodos.

Volviendo a los hogares, es plausible afirmar que la distribución total de esta tendencia, si bien refleja condiciones generales, es ostensiblemente más lesiva en los sectores con peor distribución de ingresos. Sectores que, casualmente, soportan mayor estrés en el sostenimiento de tales ingresos, en virtud de la susceptibilidad actual del mercado laboral.

Muchas familias costarricenses tienen una bajísima disponibilidad de activos líquidos, sobre todo si restamos los que no devienen directamente del crédito, esto tiene un efecto proporcional y directo sobre el gasto, casi por igual durante el desempleo como durante crisis exógenas como la actual.

Es más, los tres primeros quintiles no tienen un ingreso bruto promedio que supere los 650 000 colones y el ingreso disponible por hogar, en el primer quintil, ronda los 240 000 colones y su ingreso bruto per cápita es apenas de 68 168 colones. Los quintiles II y III, no son demasiado superiores en este rubro, no superando ninguno los 250 000 colones.

Usando como base las estimaciones sobre desempleo proyectado, el ingreso bruto promedio per cápita puede caer entre un 19-22% en los hogares del primer quintil, entre un 18-21% en los hogares del segundo, un 14-17% en el tercero, en el cuarto entre un 9-11% y en el quinto entre un 5-8%; un escenario naturalmente regresivo. 

Si no se toman medidas correctivas el peso de la crisis caerá irrefrenablemente en los sectores más vulnerables.

Coinciden estas ideas con una buena parte de la literatura económica: El gasto cae bruscamente al inicio del desempleo, y esta caída se explica mejor por restricciones de liquidez que por una caída en el ingreso permanente o una caída en los gastos relacionados con el trabajo.

No hay que desdeñar de la capacidad inversa de la liquidez para aliviar el apremio sobre el mercado laboral, conservar un nivel de gasto que, si bien anda a menos de “media máquina”, sirva para mantener en animación suspendida la economía. 

Una batería de recomendaciones

Intentaré, como con los resultados de las simulaciones y las proyecciones anteriores, ser taxativo en la siguiente batería de 5 propuestas expeditas en favor de la disposición de circulante y la protección de los sectores vulnerables. Estas–estoy seguro– no son las únicas necesarias para a tal propósito:

  • Limitación ex nunc de los tipos de interés usurarios. Si bien el precio de mercado admite una tasa aún menor, como indicativo del tope, con un límite del 38%, con lo que se libera en el corto y mediano plazo alrededor de 10 mil millones de colones, que mucho bien le hacen al consumo y a la conservación de alguna holgura líquida a los hogares.

Actualmente hay 920 923 hogares con deuda, es decir un 60%, claramente esta medida es fundamentalmente progresiva y viene a ayudar a proteger el poder adquisitivo de los hogares, en medio de una situación excepcional. 

  • Suspender el pago de hipotecas. Ésta es una medida común alrededor del mundo, la idea es crear una moratoria de hasta 18 meses, congelando los pagos hipotecarios. Aplica también para los créditos de consumo.

  •  Diferir los impuestos con criterio de progresividad. Hay que definir una moratoria para los microemprendimientos (cuestión que ya ha avanzado en cierta forma), de mínimo seis meses. Además se debe recargar estacionalmente en Renta, Ganancias de Capital, Casas de Lujo, en escala progresiva. El grupo de trabajo FES-OES apunta que un recargo del 10% al impuesto al salario genera alrededor de 13 mil millones de colones, que fácilmente puede destinarse para aliviar la presión laboral en las PYMES.

  •  Redefinición inmediata del Gasto Tributario.El monto del Gasto Tributario venía siendo de casi un 6% del PIB, esto es cerca de 2 billones de colones, de los cuales, solamente sobre exoneraciones en las utilidades de Zona Franca y cooperativas, dejamos de percibir casi un 2% del PIB. Un impuesto solidario sobre las utilidades de un 1%, generaría un ingreso de poco más de 3 800 millones de colones. Y esto ni por asomo tendría que, desde el punto de vista económico, por qué representar presión espuria alguna, que promueva el desestímulo de su inversión total, sobre todo si, aparejadamente, discutimos sobre renta global

  •  No debe desdeñarse de la facultad dinamizadora y de preservación que comportan las transferencias directas. Estados Unidos lo hizo y aunque puedan decir que ellos tienen capacidad en virtud de que la apetencia internacional de su moneda lo financia, la medida no ha sido desestimada internacionalmente. Para muestra ONU, en concordancia con sus Principios Rectores sobre Evaluación de Impacto de las Reformas Económicas sobre los Derechos Humanos, recomienda y exhorta a la consideración de un ingreso básico universal (así coincide Juan Pablo Bohoslavsky, ONU).


Finalmente

Que la retórica antipática de quienes hacen apología de la capacidad antropofágica de las crisis no nos obnubile. No podemos permitirnos admitir que la violencia y la catástrofe son los grandes explicativos, únicos en su efectividad, de la reducción de la desigualdad, viendo en medio de esta hondura una oportunidad para posicionar sus parvas intenciones. 

No solamente la movilidad, la vivienda, el mercado laboral y los ingresos tienen sus versiones precarias, lastimosamente esta crisis ha puesto en evidencia la mentalidad precaria de algunos sectores ideológicos, que saben ser congruentes al momento de defender sus sectores de influencia, pero no lo son tanto para demandar alivio para las microempresas familiares antes mencionadas, por ejemplo.

Que saben pedir, so trásfuga pena, una solidaridad maniquea y condicionada. Un heroísmo de intenciones. Esta hondura que pasaremos todos no desaparecerá naturalmente las desigualdades, las ha acentuado, las ha puesto de manifiesto y como muestra de ello el ulular de un cinismo de cartera.

Los microemprendimientos, usuales olvidados de las medidas de protección, poseen una inmensa capacidad para absorber el empleo y una buena forma de aferrarnos tanto cuanto podamos a su natural potencial de resiliencia, sería la promoción de un plan de rescate. 

Dentro del universo de medidas, opiniones y acercamientos, existe uno que demanda de nosotros la más objetiva moralidad; concebir una estrategia, una aproximación que entienda irrestrictamente la relevancia de los sectores más vulnerables, sabrá admitir que somos tan fuertes como el más débil entre todos.

LUIS CARLOS OLIVARES

luigyom@hotmail.com