La frustrada candidatura de Costa Rica

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El pasado 17 de octubre tuvo lugar la elección de los nuevos integrantes del Consejo de Derechos Humanos por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas.

Por América Latina y el Caribe, fueron tres los Estados en postularse para ocupar dos vacantes: resultaron electos Brasil, reuniendo a su favor 153 votos y Venezuela, con 105, mientras que Costa Rica, cuya postulación se anunció oficialmente tan solo el pasado 3 de octubre pasado, logró reunir a su favor 96 votos.

Un previsible desafío para el aparato diplomático

Al haber anunciado de forma tan tardía su candidatura oficial, mediante un medio inusitado (un tweet presidencial enviado en la madrugada), los desafíos que conllevaba para el aparato diplomático tan súbito interés de Costa Rica en la conformación del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas eran importantes.

En efecto, los intercambios de compromisos que los Estados han pactado en materia de candidaturas pueden difícilmente ser revisados a menos de dos semanas de una elección: algunas candidaturas se anuncian y se negocian con mucho tiempo de antelación y era muy probable que Venezuela y Brasil ya tuvieran asegurados gran parte de sus votos. No se trata de semanas o meses, sino en algunos casos, de años durante los cuales, pacientemente, un Estado gestiona su candidatura con los demás 192 Estados integrantes de la Asamblea General.

¿Qué intercambia exactamente un Estado con otro? No se sabe a ciencia cierta. Se trata de intercambios de favores o de apoyos a los que frecuentemente recurren los departamentos de candidaturas de las direcciones de asuntos multilaterales de cada uno de los ministerios de relaciones exteriores. Cabe precisar que, a menudo, este tipo de candidaturas son negociadas por los Estados a cambio de un apoyo por otra candidatura en otro órgano o bien, en otra organización internacional. Estos intercambios de favores no se limitan a candidaturas / país, sino que pueden incluir candidaturas de nacionales a un determinado puesto: por ejemplo, en el 2005 Costa Rica debió de apoyar a Nicaragua para ocupar una silla en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, honrando así un compromiso adquirido con Nicaragua al solicitarle votar en junio del 2003 en favor del costarricense Manuel Ventura Robles para ocupar el cargo de juez en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el marco de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Las candidaturas de Costa Rica ante el Consejo de Derechos Humanos

Este nuevo traspié de la diplomacia costarricense en la Asamblea General de Naciones Unidas recuerda otro anterior (2014), también referido a una postulación para ese mismo Consejo: en aquella oportunidad, en la que se contó con mucha mayor antelación y tiempo de preparación, Costa Rica reunió 120 votos, mientras que Bolivia (144), El Salvador (151) y Paraguay (139) lograron su elección.

Desde aquella contienda del 2014, Costa Rica optó, por alguna razón, por no presentar su candidatura para integrar el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas: una actitud que puede sorprender, dada la trayectoria y el amplio reconocimiento del que beneficia en el ámbito de los derechos humanos.

La última vez que Costa Rica fue electa en el seno del Consejo de Derechos Humanos fue en el 2011, conjuntamente con Chile y Perú: en aquella votación, realizada en mayo del 2011, Chile recibió 159 votos a favor, Costa Rica 138 y Perú 136, al tiempo que Nicaragua no logró ser electa, con 98 votos.

Nótese que en mayo del 2006, al celebrarse las elecciones para constituir el Consejo de Derechos Humanos por primera vez (sustituyendo a la antigua Comisión de Derechos Humanos), los siguientes Estados latinoamericanos fueron escogidos: Argentina (158 votos a favor), Brasil (165), Cuba (135), Ecuador (128), Guatemala (142), México (154), Perú (145) y Uruguay (141); no fueron electos ni Colombia (1 solo voto, posiblemente el suyo), ni Costa Rica (6 votos), ni Honduras (3), como tampoco Nicaragua (119) ni Venezuela (101).

A modo de conclusión

Con relación a los resultados obtenidos este 17 de octubre, si bien Brasil y Venezuela provocan fuertes polémicas en algunos círculos, en particular en materia de derechos humanos, sus aparatos diplomáticos acaban de demonstrar cuán efectivos resultan ser a la hora de asegurar sus apoyos.

Esperemos que las diversas razones relacionadas a la trayectoria y a la tradición de Costa Rica esgrimidas por sus autoridades para justificar esta inusual candidatura sean motivo suficiente para presentar esta misma candidatura en el 2020: serán entonces tres las vacantes a ocupar (Chile, Perú y México). Para el 2021, también serán tres las plazas liberadas. Costa Rica no requiere esperar que un Estado objeto de cuestionamientos se postule para presentarse al mundo como una alternativa. Posee una imagen y una trayectoria ante la comunidad internacional que valen por sí solos: la marca obtenida en menos de dos semanas así lo evidencia.

Nicolás Boeglin

nboeglin@gmail.com