Impuesto a la riqueza cobra fuerza con la pandemia
JORGE LUIS ARAYA
El Fondo Monetario Internacional (FMI) cambia de posición y lo propone para encarar la crisis de la pandemia, multimillonarios de Estados Unidos lo piden, el Reino Unido y países como España, Chile y Perú avanzan proyectos para su aprobación.
La idea de poner impuesto a la riqueza cobra fuerza tras la crisis sanitaria de la covid-19.
La crisis impulsa al debate sobre cómo las personas más ricas pueden y deberían ayudar a pagar el gigantesco costo fiscal de las medidas de emergencia tomadas por los gobiernos.
La cuestión es si los huecos en las arcas públicas dejados por los gastos en salud y ayudas sociales, a que se ven obligados los gobiernos, se va a intentar llenarlos solo con endeudamiento, más impuestos regresivos y recortes de inversión y programas sociales, como piden por ejemplo en Costa Rica las cámaras patronales. O si por fin se va a hacer que los más ricos también contribuyan.
Esto ante la realidad de una crisis que atiza el aumento de desigualdades en detrimento de los más pobres, y contribuye a la concentración de la riqueza que se observa el mundo.
Cuando, a la vez, se está viendo que con la pandemia y la consiguiente paralización de la economía las grandes fortunas apenas si se han tenido pérdidas, y muchas por el contrario acrecientan las ganancias, según cuenta la prensa especializada.
"El dinero sigue lloviendo en la cima", comentó con relación a lo que ocurre en el Reino Unido Rowland Atkinson, profesor de la Universidad de Sheffield, en el norte de Inglaterra, y autor del libro Alpha City: How London Was Captured by the Super-Rich.
Precisamente en el Reino Unido el Gobierno de Boris Johnson, acicateado por la crisis sanitaria que amenaza con exacerbar las desigualdades y el descontento social, avanza un proyecto para crear impuesto a la riqueza.
El Gobierno está gastando decenas de miles de millones de libras para amortiguar el impacto de la crisis y evitar mayor daño social. La financiación del déficit que se ve venir, estimado en cerca de 300.000 millones de libras en un año (aproximadamente ₡216 millones de millones) es una pesadilla para los conservadores en el poder, tradicionalmente renuentes a gravar a los ricos.
Pero en las circunstancias actuales es difícil no meter a los ricos en el esfuerzo nacional para allegar los recursos necesarios para la emergencia, y evitar mayores recortes en los servicios públicos, después de que trabajadores con bajos ingresos, especialmente los del sector de la salud, han arriesgado sus vidas en la lucha contra la covid-19, e incluso salvaron al mismo Boris Johnson en el hospital cuando estuvo en cuidados intensivos contagiado por el coronavirus.
"En el contexto actual, no veo apoyo político para más recortes (…), el Gobierno ha demostrado que puede hacer algo radical ahora, como financiar el desempleo parcial o apoyar a los trabajadores autónomos. Soy optimista en que va a hacer nuevas propuestas para aumentar los impuestos" (a los ricos), comentó Arun Advani, profesor de la Universidad de Warwick, en el centro de Inglaterra.
La idea del impuesto a la riqueza cuenta con apoyo popular. El 61% de los británicos está a favor de un impuesto para las fortunas de más de 750.000 libras (₡540 millones), según una encuesta de YouGov publicada a mediados de mayo.
Richard Murphy, profesor de la City University de Londres, opina sin embargo que el Gobierno tiene muchas herramientas a su disposición para gravar a los más ricos, sin imponer necesariamente un impuesto sobre el patrimonio.
Por ejemplo, podría gravar más los ingresos de capital, para ponerlos al mismo nivel que los ingresos del trabajo, con lo que se ingresarían 174.000 millones de libras (unos ₡125 millones de millones) en las arcas públicas cada año.
De esa manera se financiaría en gran medida el presupuesto anual del sistema de salud, de unos 120.000 millones de libras (₡86,4 millones de millones), consideró el académico.
Quienes se oponen al impuesto a la riqueza argumentan que es una medida contraproducente, porque ahuyenta las inversiones y aumenta el desempleo, además de que es difícil cobrar.
Pero los que lo defienden sostienen que es la forma más adecuada de gravar a quienes más tienen, aunque reconocen que hay riesgos si no se implementa de la manera adecuada y con un control correcto.
Gravar el patrimonio "es la herramienta más poderosa para aumentar el pago de impuestos de los que están en la cima", afirmó a la radio de la BBC Emmanuel Sáez, profesor de Economía de la Universidad de California, Berkeley, y parte del equipo que trabaja junto al economista francés Thomas Piketty.
Los expertos señalan que para que la medida funcione debe ser aplicada con regulaciones internacionales que permitan evitar la fuga de capitales de un país a otro, y controlar efectivamente los problemas de elusión y evasión tributaria, muy altas en América Latina.
Para el caso, en Costa Rica la evasión y elusión fiscal ronda nada menos que el 8% del Producto Interno Bruto - PIB (alrededor de 2,8 millones de millones), según comprobó un estudio de la Contraloría General de la República. Una suma equivalente al déficit fiscal que tiene en serios aprietos al país.
En buena parte ese dato impactante se entiende por la no menos impactante evidencia sobre la evasión de impuestos aportada por las listas que Hacienda se vio obligado a publicar en el 2018 y nuevamente recién la semana pasada, tras una resolución de la Sala Constitución que declaró la obligación de entregar esa información a solicitud de unos ciudadanos.
Ahí se registran los “grandes contribuyentes” que durante la última década declararon cero impuestos en sus declaraciones de utilidades, y donde figuran prácticamente todas las grandes y más connotadas empresas del país.
En ese respetable grupo de más de 200 firmas figuran Polymer, Grupo Nación, Teletica, Agencia Datsun, Ecodesarrollo Papagayo, Aeris Holding, Apm Terminals Moín, Banco Lafise, Grupo Financiero Improsa, Claro CR Telecomunicaciones, Corporación (banco) BCT, Corporación Inversiones Credomatic, Standard Fruit Company, Corporación de Desarrollo Agrícola Del Monte, Cemaco, Corporación Megasuper, Corporación Pipasa, Corporación Rostipollos, Desarrollos Hoteleros Guanacaste, Durman Esquivel, Florida Ice and Farm Company, Florida Inmobiliaria, Grupo del Istmo, Mapfre Seguros CR, Productos de Concreto SA, Scotia Tarjetas de CR, Telefónica de Costa Rica, Bolsa Nacional de Valores y otras.
Pérdidas abismales por la pandemia
Lo advirtió en días recientes el presidente del Banco Mundial, David Malpass: la economía global enfrenta pérdidas «abismales» por la crisis del covid-19, y la recuperación se verá obstaculizada por la escasez de recursos.
La recesión global por la pandemia llevará a 60 millones de personas a la pobreza extrema (1), pero esa sombría proyección probablemente empeorará a medida que avanza la crisis, dijo Malpass a la agencia AFP.
Añadió que el efecto devastador de la pandemia en la economía mundial es mucho mayor que los 5 billones de dólares (aproximadamente ₡2,9 millones de millones) de riqueza destruidos, calculados en una primera estimación del daño.
El Banco Mundial, con sede en Washington, ya desembolsó 160.000 millones de dólares (unos ₡92,8 millones de millones) en créditos a un centenar de países para que pudieran atender la emergencia.
Pero la amplitud de la crisis obligará a las naciones en desarrollo a repensar la estructura de sus economías, dijo Malpass, quien se declaró preocupado de que “no haya suficientes recursos”.
Por su parte, el FMI alertó que la crisis por el coronavirus es más grave que la crisis financiera del 2008.
El organismo internacional instó a los gobiernos del mundo a que consideren la posibilidad de aplicar impuestos sobre la riqueza para aumentar los ingresos a medida que la pandemia golpea las economías.
En un análisis político sobre "Asuntos Fiscales", publicado a principios de abril pasado, el FMI dijo que los líderes políticos deberían revisar el aumento de los impuestos sobre la renta, la propiedad y el patrimonio, basado en el modelo de "sobretasa de solidaridad".
En apoyo a los ciudadanos, el organismo alentó a una reducción de los impuestos sobre el salario, así como las transferencias de efectivo para ayudar a los más afectados por la pérdida de empleo u otras circunstancias.
La recomendación del impuesto sobre el patrimonio marca un giro de la institución que durante mucho tiempo impulsó los recortes de impuestos como un elemento central de su programa de políticas para los países en desarrollo.
Y es que la evidencia del crecimiento inexistente de los últimos años ha obligado al FMI a cambiar de marcha, y empezar a proponer planes para ayudar a reducir la brecha entre los más ricos y el resto, analizó el periódico británico The Guardian.
El FMI considera ahora que subir impuestos a los más ricos reducirá la desigualdad sin dañar el crecimiento, idea que comparten también otros organismos y personalidades.
En Estados Unidos los senadores demócratas Elizabeth Warren y Bernie Sanders impulsan la propuesta de un impuesto a la riqueza. Fue parte de su propuesta como precandidatos en la campaña para la elección presidencial de noviembre próximo (de la que ya se retiraron).
En la potencia capitalista la idea ha sido promovida incluso por multimillonarios como Bill Gates y Warren Buffett, quienes han insistido que los ricos deben contribuir más.
En ese mismo sentido se pronunciaron más de 400 millonarios en una carta dirigida a los políticos en 2016, y hace unos meses otro grupo de millonarios hicieron lo propio en una carta enviada al congreso en Washington.
América Latina
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que la covid-19 dejará 30 millones de pobres adicionales en la región, la mayor parte en pobreza extrema.
“Casi 30 millones más se sumarán y vamos a tener 215 millones de personas en pobreza, de las cuales 83 millones serán pobres extremos, es decir, 16 millones más de personas en extrema pobreza. Ellas no pueden llegar a cubrir sus necesidades básicas alimentarias, explicó la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, el pasado 16 de junio.
En la región sólo Argentina, Uruguay y Colombia cuentan con legislación que impone tributo a la riqueza, pero en Perú, Chile, Brasil se discuten propuestas de fuerzas políticas en ese sentido.
Circulan distintas ideas, pero la mayoría apunta a aumentar el gravamen de los recursos (patrimonio) de las personas, más que los impuestos a las empresas o al consumo (IVA).
En Perú, el presidente Martín Vizcarra anunció meses atrás, sin más detalles, que estudiaba la posibilidad de crear un impuesto a la riqueza.
En Chile, el presidente Sebastián Piñera incluyó un impuesto al capital, entre una decena de medidas prometidas en un intento de apaciguar el estallido social que marcó las protestas masivas contra la desigualdad en el país a fines del año pasado.
Mientras algunos parlamentarios hablan de crear un “impuesto solidario”, que se aplicaría una sola vez, otros insisten en que se necesitan cambios permanentes en el sistema tributario para aumentar la recaudación y disminuir la desigualdad.
Lo que pasa es que "la recaudación fiscal por el pago de impuestos sigue siendo muy baja en Latinoamérica y reduce poco las desigualdades".
Así lo dijo a BBC Mundo Sebastián Nieto, jefe para América Latina y el Caribe del Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Al respecto, la canciller de Alemania, Angela Markel, llegó a decir en días pasados que no entendía por qué en América Latina los ricos tributaban tan poco.
La recaudación solo llega al 23,1% del PIB en la región, mientras que en los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) el promedio sube a 34,4%.
En cuanto al impuesto a la renta, visto individualmente, la recaudación es mucho más baja: 2,2% del PIB en América Latina y 8,3% en la OCDE.
Propuestas sobre la mesa
A criterio de Nieto, los países deben subir el impuesto a la renta de los individuos, combinándolo con un alza al impuesto a la propiedad y otros tributos relacionados con el medio ambiente.
En respuesta a la emergencia económica provocada por la pandemia, economistas independientes, partidos políticos, centros de estudios u organismos internacionales han coincidido con las 3 propuestas mencionadas por el FMI: a) imponer tributo a la riqueza o patrimonio, b) a la propiedad y c) a la renta en los segmentos más altos.
Otra idea que se maneja, es gravar el patrimonio de los más ricos, por una sola vez, como una especie de "tasa solidaria" frente a la pandemia, es de las propuestas más controversiales.
En Argentina, por ejemplo, el oficialismo propone aplicar "por única vez" un tributo de 2% a las personas que hayan declarado un patrimonio superior a los $3 millones (₡1.740 millones), con escalas crecientes que llegan hasta el 3,5%.
"Ante una situación tan excepcional, se requieren medidas excepcionales", le dijo a BBC Mundo Julia Strada, directora del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) y directora del Grupo Banco Provincia, que promueve la iniciativa.
En España, la fuerza política Unidas Podemos, impulsa un impuesto a las grandes fortunas individuales, bajo el nombre de "tasa de reconstrucción".
En Alemania, miembros del Partido Social Demócrata (SPD), de la coalición de Gobierno, propusieron un impuesto extraordinario a la propiedad -por una sola vez- para recaudar fondos adicionales frente a la pandemia. Sin embargo, no todos dentro del partido están de acuerdo con esa propuesta en las actuales circunstancias.
Muchos expertos aseguran que, antes de gravar la fortuna, es más eficiente gravar las propiedades de los más ricos.
En América Latina "hay un enorme espacio para mejorar el impuesto a la propiedad”, consideró al respecto Emilio Pineda, jefe de la División de Gestión Fiscal del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La región recauda cerca de medio punto del PIB en impuesto a la propiedad, mientras que los países de la OCDE recaudan por encima del 1,5%, explicó.
"Hay espacio para triplicar el impuesto a la propiedad", dice el economista, agregando que es mejor concentrarse en este tipo de instrumentos, antes que gravar las fortunas en general.
El impuesto a la fortuna recauda mucho menos de lo que se esperaba porque es muy difícil de cobrar, y los resultados han sido heterogéneos, argumenta.
Junto al impuesto a la propiedad, Pineda es partidario de subir el impuesto a la renta de las personas, y al mismo tiempo, aumentar la eficiencia del gasto público.
El impuesto a la renta personal grava los ingresos de las personas, es decir, las utilidades generadas por su capital (habitualmente invertido en acciones), y otros ingresos que pueden provenir, por ejemplo, de salarios.
En Guatemala, el país de latinoamericano con la menor recaudación de impuestos de la región, parlamentarios de oposición propusieron aumentar este gravamen.
"Los países de la región no están explotando de manera efectiva el impuesto a la renta de las personas", sostuvo Pineda.
La baja recaudación se debe a que solo lo paga cerca del 10% de la población, tiene exenciones muy generosas que benefician a los segmentos de ingresos más altos, y en muchos lugares los ingresos de capital no pagan impuestos (entendiendo los ingresos de capital como las ganancias que generan las acciones).
De cualquier manera a futuro está el desafío de generar más ingresos fiscales, no solo para pagar la factura que dejará la pandemia, sino también para enfrentar la caída en el precio de las materias primas y otros efectos de la recesión global.
Por eso los expertos dicen que será necesario crear un nuevo pacto fiscal.
(1) Con información de BBC Mundo, Cambio 16, El País, Businessinsider, Dinero.com
JORGE LUIS ARAYA
Periodista