FAQ: PREGUNTAS FRECUENTES SOBRE LA ECONOMÍA EN TIEMPOS DEL COVID-19
Una precisión sobre el origen de éstas preguntas.
Este ejercicio surge de una cada vez más manifiesta necesidad por ver satisfechas las dudas más orgánicas y más comunes de las personas alrededor de los efectos de la pandemia en la economía. Muchas de ellas surgen de conversaciones con gente de mi círculo ampliado (el amigo del amigo, que quiere saber algo), pero también de la natural incertidumbre que permea la crisis y se manifiesta a diario en cualquier otra conversación.
La batería de interrogantes se hizo cada vez más grande, fueron más de 120 y, evidentemente, se me hace imposible contestarlas todas. De ahí que utilicé principalmente dos criterios para satisfacer la mayor cantidad de dudas, dentro del ámbito de mis posibilidades, los cuales son: la frecuencia (considerando las variantes marginales de algunas de ellas) y los metadatos del motor de búsqueda de Google como criterio para filtrar.
Por ejemplo, con respecto a la primer pregunta, desde el 27 de marzo pasado el interés de búsqueda sobre la cuestión “are we in a recession yet?” (¿estamos ya en una recesión?), reflejó una popularidad por encima del 75% y alcanzó el 100% el día 28 de marzo, comportamiento que es congruente con la dinámica narrativa de la información según Google Trends.
Pero, además, quienes le realizaron esta pregunta al motor de búsqueda, también consultaron las frases “2008”, “Economía” y “Gran Recesión”, indicando que persisten muchas dudas alrededor de la naturaleza de esta crisis, en términos comparativos.
Pero también esto es manifestación de la naturaleza concatenada y sistémica del ámbito de “lo económico” (si existe tal cosa), la interrelación de las respuestas es ostensible.
A continuación 8 de las preguntas más frecuentes sobre economía en tiempos de crisis pandémica
1 ¿Estamos ya en una recesión?
Primero es menester aclarar qué entendemos por “recesión”. Se acepta, comúnmente, que hay recesión cuando el producto interno bruto (PIB) varía negativamente durante, al menos, dos trimestres consecutivos
En términos absolutos, claramente, los datos aún están incompletos, sin embargo, la semana anterior, el Fondo Monetario Internacional y OCDE corrigieron sus predicciones de crecimiento para el 2020 y 2021, declarando expresamente que, en efecto, hemos entrado globalmente en una recesión.
Costa Rica no estará exenta de los embates; para dimensionar, el impacto en la productividad (PIB) como consecuencia directa de una caída de un 95% en el Turismo Receptor será del 4.15%. El Banco Central tenía previsto crecer un 2.5% en este año, lo cual, ajustado con base en el impacto en turismo, se torna en 2.39-2.42%, dando los primeros visos de una variación negativa en la producción; esto sin siquiera contabilizar aún el impacto en los demás sectores.
La respuesta es: sí. Estamos ya en una recesión.
2 ¿Cuál será el impacto de la pandemia en la economía mundial?
La pandemia puede influir en la economía desde muchos flancos, de ahí que esta pregunta pueda contestarse también desde varias ópticas, por ejemplo, OCDE redujo las perspectivas de crecimiento mundial al 2.4%, siendo este el nivel más bajo desde la crisis financiera de 2008, pero esto podría alcanzar niveles aún menores, de hasta 1.5%, si la pandemia se torna especialmente larga; este último dato concuerda con las estimaciones de Fitch.
Esto equivale a una contracción del 12% de la economía mundial entre enero y marzo solamente. Lo anterior podría llegar a ser una apreciación tímida, si consideramos los efectos de manera desagregada, por ejemplo:
Estados Unidos: Durante los dos primeros trimestres del año, se espera que el impacto de la contracción del PIB estadounidense sea de -10% y -25%
Europa: La contracción del primer trimestre puede alcanzar -15% y -22% en el segundo trimestre.
China: Las perspectivas de crecimiento chinas experimentarán una caída sin precedentes, de alrededor del 41%, solamente para el primer trimestre. Este año esperaban crecer en el orden del 5.9%, sin embargo realmente esta cifra no superará el 1.1%
África: En el escenario “menos grave” (con una contención de la pandemia) el crecimiento económico del continente africano podría caer hasta el 0.4%, pero en el peor de los escenarios este mismo rango puede llegar hasta el -3.9%
América Latina: se prevé que el PIB latinoamericano caiga a -1.3% y rebote a 2.7% el próximo año. Este será el crecimiento más frágil desde la Crisis Financiera Mundial.
El crecimiento y la productividad han probado ser indicadores demasiado generales, entender “el impacto” económico de la pandemia implica no solamente la observación de estas variables. Si pensamos, por ejemplo, en el mercado de trabajo, la afectación también es grosera: cada disminución de un 1% en el PIB mundial está vinculada a una depredación de, en promedio, 2.65 millones de empleos. En Estados Unidos el desempleo podría alcanzar niveles alrededor del 32.1% y en nuestro país el desempleo antes de la crisis podría verse duplicado y llegar a un 26.16%.
Esto solo por mencionar dos frentes de atención.
3 ¿Puede haber desabastecimiento de productos? ¿qué pasa con la demanda de alimentos, por ejemplo?
Los mercados mundiales de alimentos no son inmunes, por supuesto, ante los acontecimientos de la pandemia. Sus principales afectaciones podrán venir por la vía de las perturbaciones de las cadenas logísticas.
El Índice de Precios de los Alimentos de la FAO, durante el primer semestre de este año, mostró cierta susceptibilidad ante los acontecimientos producto de la pandemia. En febrero registró una pérdida, en promedio, de 180.5 puntos, es decir una caída de un 1% con respecto al mes anterior y en marzo continuó su desplome hasta alcanzar los 172.2 puntos, es decir 7.8 puntos menos que en febrero. Tal caída se explica principalmente por las contracciones de la demanda causadas por la crisis de salud.
Pero la afectación será disímil puesto que los países que dependen en mayor medida de la importación de productos básicos sentirán un impacto negativo mayor. Por cada 1% de aumento en la dependencia de la importación de productos básicos, la subalimentación aumenta en 3.8% anualmente, y en escenarios en los cuales la dependencia es profunda, la subalimentación puede alcanzar niveles de hasta 8%.
El cierre de fronteras guarda estrechísima relación con este fenómeno, la pandemia ha puesto en evidencia el desdén con que algunos países ven la agricultura, cuya actividad ha sido delegada en trabajadores extranjeros, como es el caso alemán y español, que dependen de trabajadores foráneos por temporada, polacos y rumanos en el caso alemán y marroquíes en el caso español.
Por otra parte si pensamos en la demanda de alimentos propiamente dicha, la experiencia empírica demuestra una palmaria asociación entre los ingresos y la demanda de alimentos. En los países de renta media-baja y renta baja, la contracción en la capacidad adquisitiva de los hogares repercute directamente en el consumo y dado que la demanda de alimentos es generalmente poco elástica, podrán verse en variaciones en los hábitos de consumo.
En el ámbito doméstico la dinámica es un poco distinta, la narrativa a propósito de la reivindicación de la producción interna es cínica: por un lado le recuerdan a los costarricenses que existe, y que eso nos salva del desabastecimiento (al menos por un año), pero por otro lado poco o nada se hace ante algunos sujetos participantes que imponen y compran a los pequeños y medianos productores nacionales, con prácticas depredadoras e imposiciones leoninas y adhesivas.
4 ¿Cómo se comporta el dólar ante la pandemia?
Durante períodos críticos el dólar tiende a apreciarse y su disponibilidad líquida se vuelve escasa. Para este momento la escala general de apreciación del dólar no es tan grande como la del 2007, pero los datos sobre las salidas de capitales desde los mercados emergentes, ávidos de algún grado de certidumbre, sí se duplicaron, comparativamente hablando, frente a lo que se vio hacia finales de la Gran Recesión, en el año 2013, por ejemplo.
Para finales del mes anterior fueron casi 80 países los que solicitaron ayuda al FMI para captar reservas líquidas, monto que asciende a los 83 mil millones de dólares, desde el comienzo de la crisis. Lo cual es consistente con el comportamiento de los indicadores del costo del financiamiento de los dólares en los mercados de divisas, que se antoja muy similar a lo visto durante la más reciente crisis financiera (2008).
En medio de esto juegan un papel muy importante los oferentes, puesto que, sobre todo en economías emergentes, existe una gran demanda de liquidez por parte de los hogares y las personas, que apremia los portafolios de los operadores de inversión (aseguradoras, fondos de capitalización, pensiones, etc), que si bien están diversificados, una buena porción de sus activos están denominados en dólares; esto deviene en un aumento del costo de la disponibilidad de la moneda.
El papel que están jugando los inversionistas, que ya habían adquirido obligaciones en dólares a mediano plazo, y la dinámica de su “transabilidad” en operaciones en forex, permutas y futuros (a mediano plazo), adquieren mayor relevancia en la determinación del comportamiento de la moneda, que los alcances mismos que puedan tener las políticas de los bancos centrales.
Este es un comportamiento particular porque reviste al dólar de una característica que en condiciones normales es menos manifiesta: su capacidad de comportarse como un indicador de riesgo para el sistema bancario.
Un análisis de este tipo explicaría por qué en nuestro país la tendencia alcista del dólar comporta cierto empecinamiento (con un incremento acumulado de 12.02 dólares, en 12 días) y por qué la tendencia muestra resistencia aún ante la entrada de los créditos internacionales.
5 ¿Puede esto llegar a ser como la Gran Depresión?
Esto guarda cierta relación con la inquietud reflejada en la pregunta número uno: un 75% de quienes preguntaron “¿estamos ya en recesión?”, también realizaron esta pregunta, evidenciando una avidez de parámetros comparativos.
Mientras una recesión implica una declinación del crecimiento durante más o menos 6 meses, como mínimo, comúnmente se acepta que una depresión puede extenderse hasta por una década, pero no hay un criterio unificado sobre su concepto; para dimensionarlo: desde 1854 ha habido 33 recesiones pero solo una depresión, la de la década de los 30. Sigue habiendo una abismal diferencia entre lo que es una gran depresión y una recesión severa.
Primero debemos contestar si ésta crisis, resultado de la pandemia, puede siquiera llegar a ser una depresión, lo cual depende esencialmente de la extensión de la respectiva crisis de salud. La Gran Depresión comenzó por una caída del mercado accionario en el año 1929 y duró hasta 1933, condicionó toda una generación y determinó los resultados económicos hasta varios ciclos más tarde.
En primer lugar (y la comparación puede ser hasta odiosamente imprecisa) antes del Covid no estábamos viviendo exactamente unos roaring twenties. La trayectoria de la recesión producto de la llegada del Covid-19 ha sido más bien abrupta, exigió un fenómeno muy particular (que ni siquiera en períodos económicos de guerra se observó) en el que la oferta y la demanda tuvieron un parón repentino y si algo resulta de ello es la incertidumbre.
Pero para determinar qué tipo de recesión será esta, debemos estar atentos a las siguientes variables: desempleo, crédito para los pequeños empresarios, deflación y quiebras. Aún no hay certeza absoluta sobre cuánto va a durar, pero si hay cierto grado de concordia en cuanto a los reajustes de crecimiento, que proyectaron graves honduras para todo el primer semestre del año y un rebote para el primer trimestre del 2021, aunque estas estimaciones se están realizando sobre la marcha y no hay seguridad sobre la duración de la recesión, depende – insisto – de la duración de la crisis de salud principalmente.
Una comparación menos elusiva podría realizarse frente a la Gran Recesión del 2008 (si me preguntan, un nombre harto colonial y grandilocuente), la abrupta interrupción de la actividad comercial amenaza con potenciar los impactos de financiar la inactividad con deuda (única posibilidad inmediata) y eso ya se refleja en los de por sí muy susceptibles indicadores accionarios: el miércoles pasado S&P 500 cayó 4%, lo cual refleja el brutal comportamiento a la baja que tuvo en marzo, cayendo un 12.5%, su peor mes desde octubre de 2008.
Kenneth Rogoff, de Harvard, autor (en conjunto con Carmen Reinhart) de “Esta vez es diferente: 8 siglos de crisis financieras” dijo: “Esto se va acomodando como el clavado más profundo de la economía, en los últimos 100 años” y “siento que lo del 2008 fue solo un ensayo para esto que estamos viviendo”.
Las comparaciones son naturales, sobre todo considerando que la semana pasada la FED calculó que el desempleo en los Estados Unidos podría escalar a niveles como los de la Gran Depresión, pero: ¿Una recesión fuerte? Definitivamente. ¿Una nueva Gran Depresión? Pensemos (optimistamente) que no.
6 ¿Qué pasa si el nivel de desempleo crece mucho?
El contexto de la respuesta a esta pregunta, ya ha sido referido, al menos tangencialmente, en la pregunta número dos, cuando se dimensionaran los datos de desempleo en los Estados Unidos y en Costa Rica. Sin embargo no está demás reiterarlo antes de contestar la pregunta, propiamente:
A nivel global por cada disminución de un 1% en el PIB mundial, producto de la pandemia, se perderán en promedio 2.65 millones de empleos.
Al menos un millón de personas ha perdido su empleo en la zona euro, solamente durante las dos semanas anteriores. Solo España aportó 300 mil personas a esta cifra
En Estados Unidos el desempleo podría alcanzar niveles alrededor del 32.1% (según las estimaciones de Bullard, similares a las de Faria e Castro)
En nuestro país, el desempleo pre-crisis era de de 12.4%, pero hay una presión sobre un 13.76% solo como consecuencia directa de la afectación en turismo y en los microemprendimientos de los hogares, es decir, el desempleo podría ser superior al 26.16%.
La Gran Depresión y la recesión del 2008 dejaron algunas enseñanzas sobre los efectos del desempleo en el mediano y largo plazo, además la literatura es profusa en cuanto a ese fenómeno, pero bajo condiciones normales.
El mercado laboral exige interpretaciones integrales, esto fomenta que las consecuencias del desempleo puedan ser diferentes en América Latina, Estados Unidos y la zona Euro; también la determinación de “¿cuánto desempleo es mucho desempleo?”, tanto bajo condiciones normales como en éstas excepcionales, es muy subjetiva y podríamos tener mayor claridad si pensamos en las consecuencias del desempleo en el largo plazo.
Habiendo hecho esta salvedad, menciono taxativamente algunas de ellas:
Una variación inmediata en el “estándar” de vida, implicando una diferenciación en los patrones de consumo (sobre todo en consideración de lo dicho en la respuesta a la pregunta número 3): aún cuando existan subsidios y asistencia, el resultado impacta en el nivel de consumo.
Normalmente el desempleo prolongado provoca una erosión en las habilidades de la población trabajadora. Ésta consecuencia puede ser engañosa puesto que en esta ocasión se ha hecho acompañar de un cierre técnico de las instituciones de enseñanza, que viene en detrimento de las capacidades de quienes integran la fuerza laboral.
Se ha advertido sobre la influencia del desempleo prolongado en la salud mental de los individuos (ver University of California, Los Ángeles. "Job Displacement and Mortality: An Analysis Using Administrative y US National Library of Medicine.”Effects of unemployment on mental and physical health").
Los costos sociales son vagos, cuando el desempleo se consolida ejerce presión sobre el costo del financiamiento de lo público
Solo por reseñar algunas.
7 ¿Cuáles van a ser las principales secuelas económicas producto de la pandemia?
Quien se pueda estar haciendo esta pregunta podrá sentir curiosidad, o se estará refiriendo, a qué esperar del nuevo “normal”, pero seguramente querrá saber además cuáles serán los efectos socioeconómicos de la pandemia y el impacto económico total de la crisis.
Sobre ésta última interrogante se ha hecho referencia ya en la pregunta número 2, pero valga la oportunidad para ampliar un poco más.
Un escenario plausible (negativo, pero plausible al fin) apunta a un déficit de 2 billones de dólares en el balance global, con un impacto de 220 mil millones para los países en vías de desarrollo.
Desaceleraciones en el crecimiento de la producción en el orden de 0.7-0.9 son proyectadas para América Central, según UNCTAD. Apreciación coincidente con los cálculos propios para nuestro país (ver pregunta número 1).
Algunas de las perspectivas de crecimiento en términos comparativos, se exhiben a continuación:
En perspectiva multidimensional, podemos afirmar lo siguiente:
Un rango de pérdida de entre 5 y 25 millones de empleos, por un monto de 860 billones y hasta 3.4 trillones de dólares, el impacto mayor recae en las economía altamente informales (con niveles que rondan el 50% de informalidad), con flujos migratorios y altamente dependientes de las remesas (como Salvador, Haití, Honduras, Nepal, entre otros).
En cuanto al nuevo “normal” económico post-crisis es plausible afirmar que se exhibirán rasgos como los siguientes:
Tendencia hacia la promoción o reivindicación de la suficiencia del comercio.
El estimulo fiscal aumentará a medida que la política monetaria resulte impotente.
El exceso de ahorro resultante deprimirá la inflación y las tasas de interés. Las bajas tasas de inflación, y posiblemente incluso la deflación, amortiguarán el celo por el gasto, restringiendo aún más la recuperación económica.
La recesión llevará a muchos bonos mal calificados al incumplimiento, especialmente aquellos en el área de energía. Los emisores que han visto reducidas de sus calificaciones crediticias de grado de inversión, puede llevar a un colapso en los precios de la deuda calificada como basura y provocar una avalancha hacia los bonos del Tesoro de EE. UU.
Los bonos del Tesoro, que son los activos de refugio definitivos, continuarán siendo atractivos incluso con rendimientos reales planos o posiblemente negativos en un clima deflacionario.
Éstas son algunas, no todas, las aristas del nuevo “normal” económico post-crisis.
8 ¿Cuáles serán las medidas más efectivas para la reducción del impacto económico de la pandemia?
La batería de medidas y recomendaciones es profusa, para determinar algunas de las razones de discernimiento sobre la animosidad y la efectividad de sus alcances, se debe mencionar que existen dos “macrocriterios” revestidos de especial importancia para tal empresa: 1) Si protege el poder adquisitivo de los hogares y las personas a través de la liquidez disponible en la economía y 2) si sirven para mantener cierto nivel de dinámica en la demanda interna.
Propuestas como la de los topes a las tasas de interés de usura, se revisten de especial importancia en este entorno, y otras como la de liquidez propuesta por el ex gerente del Banco Nacional, me parecen muy valiosas pero adolecen de no considerar la poquísima apetencia de un instrumento titularizado de deuda interna, externalizada. Economías como la costarricense no son, digamos, un subterfugio internacional actualmente y tampoco son vistas positivamente, bajo un criterio de oportunidad.
Procuraré centrarme entonces en las razones del ámbito nacional; a continuación una serie de consideraciones:
1
Un impuesto al salario no es de recibo por su condición de regresividad.
Debe rechazarse si es paramétrica. Esto por cuanto existe una relación significativa, robusta e inversamente proporcional entre los cambios marginales en alguna imposición directa al salario y el total de ingreso bruto del asalariado, de manera que por cada variación de un 5%, producto de impuestos (aún en condiciones normales), el ingreso bruto de los hogares puede caer hasta en un 23%, según resultados obtenidos luego de modelar el impacto natural y marginal, según estimaciones propias, con base en la metadata de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, para las personas, del INEC.
Si observamos los límites de ingreso per cápita mensual, en los quintiles de los hogares, notamos que solamente para aquellos que están por encima de un ingreso per cápita mensual de 520 626 colones, el peso es bajo (4,67, con respecto al ingreso total promedio de los hogares), es decir, solo en el quintil V. Para los demás quintiles el peso se dispara en órdenes superiores al 10%
2
Postergar el cobro de los créditos obtenidos efectivamente por los microemprendimientos de los hogares, de los años 2018 y 2019
Si se pospone el cobro por seis meses, solo por concepto de principal, se liberaría un monto de alrededor de 320 mil millones de colones solamente por concepto de cuotas al principal, un 38% de la cantidad de dinero colocado.
Lo anterior en perspectiva, no alcanza ni a ser un 1% del PIB (0.78% como porcentaje del PIB del 2019), es decir, no es lesivo para la industria, pero si puede liberar fondos de liquidez para los hogares.
3
Rescatar industrias, quirúrgicamente
De la cantidad de microemprendimientos de los hogares (que generaron cerca de 700 000 puestos de trabajo en el año anterior, un 72,8% de los puestos de trabajo permanentes), un 79% son informales, para los que la moratoria en el pago de cargas sociales será poco efectiva, si no se hace acompañar de una medida crediticia.
Cerca de 150 416 empleos ocasionales e informales podrían perderse, más un estimado de entre 90 000 y hasta 120 000 empleos permanentes, por su sola propensión marginal al desempleo, haciendo un gran total de 270 416 puestos de trabajo en riesgo potencial,
La afectación directa de turismo amenaza con provocar impacto negativo en el Producto Interno Bruto total de hasta 510 360 millones de colones, es decir una disminución de casi el 3%.
En este punto tendríamos hasta un 26,16% de desempleo
4
Considerar un ingreso mensual universal
En el último lustro se venía desacelerando el ritmo promedio interanual de los ahorros en moneda nacional mantenidos en el sistema bancario nacional, en 60.13% anual
Medida que si bien otros países han considerado en virtud de que su moneda se lo financia, la relación costo-beneficio sigue siendo positiva a favor de esta medida
El crédito a disposición del sistema financiero se contraía a 3.62% como promedio interanual
Más allá de definir una lista taxativa en éste punto, tiene mayor utilidad mostrar un criterio de adherencia para la valoración de las propuestas que puedan surgir.
Adolecería falazmente cualquier listado que se permitiese admitir algo como “éstas son las únicas y sacrosantas medidas necesarias para paliar la crisis”. No en ciencia económica. No en esta coyuntura.
LUIS CARLOS OLIVARES
luigyom@hotmail.com