El capitalismo y la innovación de lo mismo: el (tecno)feudalismo digital y el capital nube

GUSTAVO CAMPOS

El pasado lunes 20 de enero de 2025 tuvo lugar la toma de posesión de poderes del cuadragésimo séptimo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump. En la ceremonia estuvieron presentes personalidades como Tim Cook, CEO de Apple, Jeff Bezos, fundador de Amazon; Shou Chew, CEO de TikTok; Sundar Pichai, CEO de Google; Mark Zuckerberg, CEO de Meta; Elon Musk, CEO de Tesla Motors y actual dueño de X (antiguo Twitter). La presencia de estos magnates no pasó desapercibida y fue tildada como un acercamiento entre el presidente estadounidense y los denominados señores del tecnofeudalismo. Durante su campaña, Donald Trump anunció que su mandato pondría fin a las restricciones y regulaciones sobre la libertad de expresión en redes sociales, señalamientos que con el alza de los discursos xenófobos en gran parte del mundo, se le achacaron a personalidades como Zuckerberg y Musk, por permitir en cierta medida, la proliferación de discursos enarbolados por las agendas de los grupos conservadores, paleolibertarios y las denominadas derechas alternativa tanto en Estados Unidos como también en Europa y América Latina. En ese sentido, el tecnofeudalismo ha sido defendido como el resultado acentuado por las compañías de Zuckerberg o el mismo Musk. Uno de los principales divulgadores de este concepto ha sido el ex ministro de finanzas griego, el economista Yanis Varoufakis, quién en 2023 publicó su libro Technofeudalism: What Killed Capitalism. De este libro se desprende la idea de que se ha abandonado el capitalismo —tal y como se conoce— para comenzar una nueva etapa denominada tecnofeudalismo.

En 2024 apareció en Jacobin.com una entrevista hecha a Varoufakis donde explicaba que en efecto, el capitalismo había muerto y que su desenlace no había sido como Karl Marx lo había propuesto en un horizonte donde la lucha de clases habría llevado a un enfrentamiento directo entre la clase obrera y la burguesía, cuya victoria del proletariado habría significado el fin de la burguesía, tal y como esta última había desplazado en primer lugar a la nobleza del Antiguo Régimen. En su lugar, afirma Varoufakis, la lucha de clases condujo a un desenlace distinto cuyas características se encuentran asociadas a la desintegración del bloque soviético y la toma de posesión hegemónica del capitalismo mediante el auge de las tecnologías alrededor del planeta. Varoufakis introduce el concepto de capital-nube, que también desarrolla en su libro. El capital-nube se plantea como un feudo digital, un espacio en la red del Internet y el mundo digital del cual se produce una renta. Este tipo de feudo vendría a desplazar los anteriores esquemas que permiten caracterizar al capitalismo: la competencia de los mercados y el desarrollo de la innovación.

Bajo la idea de un feudalismo digital, los siervos de la nube, señala Varoufakis, producen capital de forma directa a través de trabajo no remunerado, mediante la interacción por ejemplo de los usuarios de redes sociales. Esta es una característica fundamental del esquema teórico del tecnofeudalismo, ya que según su autor, una producción como esta solo ha sido posible en el feudo digital y no antes. El feudalismo digital señala Varoufakis, desarrolló una relación de dependencia, tal y como el capitalismo lo hizo con el feudalismo. Así, la producción feudal generó en sus entrañas las condiciones de posibilidad para el desarrollo del capitalismo mediante la producción de materias primas, convertidas luego en mercancías por el trabajo artesanal en los talleres y más tarde el trabajo asalariado en las fábricas. De este modo el feudalismo digital encontraría una dependencia en el capitalismo, dado que la producción de plusvalía, producida a través del trabajo y el intercambio de mercancías, es usurpada y acumulada por el capital nube sin alcanzar una reproducción de parte del proletariado asalariado, algo que en palabras de Varoufakis, nunca había ocurrido.

La tesis central de la propuesta de Varoufakis sostiene que la forma del capital nube ha desplazado al capitalismo, mediante una relación parasitaria donde la acumulación de plusvalía se moviliza de las formas de capital convencionales a un feudo digital. La propuesta de Varoufakis, si bien atractiva dado el desarrollo tecnológico de las últimas décadas y que, empíricamente es comprobable a partir de los usos de redes sociales, ha encontrado también sus límites en algunos de sus críticos. Uno de ellos ha sido el historiador estadounidense Henry Snow. En noviembre de 2023 Jacobin.com publicó su reseña del libro de Varoufakis, donde destacaba que la tesis central del argumento del economista griego, suponía un desplazamiento del capitalismo por parte del tecnofeudalismo. Esto se caracterizó por la aparición del capital nube, el cual extrae la plusvalía a través de los feudos digitales, donde la renta sustituye los beneficios de la innovación y los mercados son aniquilados en pro de una concentración de poder en forma de monopolios.

Snow se centra en demostrar cómo los feudos digitales no son feudos controlados por señores y que los siervos de la nube no participan mediante relaciones de servidumbre. El historiador estadounidense afirma que Varoufakis compara la privatización del Internet y el desarrollo de los feudos digitales, con el cercamiento de las tierras comunales durante la transición del feudalismo al capitalismo. La introducción del cerco, eliminando así el acceso a la tierra como medio de producción comunal, obligó a la masa de campesinos desposeídos de tierra a venderse como trabajadores asalariados a los nuevos dueños de las tierras cercadas. Un buen ejemplo de esta dinámica en Costa Rica es descrita por Jesús Rico Aldave (2014) en su libro sobre la producción de tabaco, señaló cómo a finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX el campesinado de la Meseta Central, que empleaba las tierras comunales para habitar en ellas y producir un excedente que le permitiese su subsistencia, se vio afectado por las reformas borbónicas, mediante una forma de privatización de la tierra, lo que desplazó a parte del campesinado a trabajar en la producción de tabaco.

Para Snow, la comparación de Varoufakis solo afirmaría una tendencia del capitalismo, no así su aniquilación como modo de producción hegemónico para dar paso a algo nuevo o diferente. De acuerdo con la interpretación de Snow, Varoufakis visualiza en el capital nube una forma de acumulación de plusvalía producida a partir de la interacción de los llamados siervos de la nube, interacción que se materializa en la retroalimentación de datos, es decir, la producción de contenidos en redes sociales, la compra de productos mediante plataformas como Amazon, o bien la suscripción a plataformas de streaming tales como Netflix. De esta forma, el capital nube se alimentaría de esta interacción y los siervos de la nube, los usuarios, servirían estos datos de manera no remunerada a los feudos digitales. Las compañías como Amazon, Meta o Google, recibirían en forma de renta el ingreso de los datos a partir de los usuarios, diferente de los ingresos extraídos a partir del trabajo asalariado de sus empleados. Como señala Snow, si bien esta división planteada por Varoufakis representa una descripción de cómo se organiza la producción de plusvalía mediante la acumulación de datos, está lejos de ser una forma de servidumbre. Los usuarios de redes sociales o plataformas digitales no dependen directamente de su vinculación con los feudos digitales descritos por Varoufakis. Estos en su mayoría continúan siendo trabajadores asalariados que interactúan y suministran datos en la red, y esta interacción incluye también su movilidad entre una red social y otra, así como también su suscripción o desafiliación, por lo que estas formas de relaciones de producción están lejos de ser entendidas como servidumbre, concluye Snow.

Otro de los críticos de las tesis alrededor del tecnofeudalismo, ha sido el historiador bielorruso Evgeny Morozov. Desde 2022, Morozov había criticado las posturas defendidas por Varoufakis bajo los supuestos de un neofeudalismo digital en un ensayo publicado por la New Left Review. En una entrevista aparecida en Jacobin.com en abril de 2023, el bielorruso señalaba que este horizonte tecnológico descrito como un retorno al feudalismo era de hecho, completamente capitalista. Morozov señala que dentro del debate marxista, así como también en las filas de sus detractores, se puede confirmar la hipótesis de que el capitalismo produjo un tipo de innovación, dadas las condiciones de competencia que produjo el crecimiento de los mercados y la competencia de estos por abarcar consumidores. La innovación fue garantía de competencia y la competencia fue garante de innovación: más y mejores mercancías, así como también, más y mejores formas de producir dichas mercancías. El cambio sustancial, señala Morozov, ha sido la tendencia a creer que esta dinámica del capitalismo ha entrado en un estancamiento, provocando una ralentización de la innovación y por ende, un desplazamiento de esta por la centralización de la renta como forma de producción de capital. De este modo, el capitalismo ha entrado en una fase de muerte donde su característica de innovación ha disminuido su dinamismo y en compensación, se han desarrollado exponencialmente mecanismos de acumulación mediante el cobro de rentas, es decir, el cobro por acceso a servicios privados, como por ejemplo, el acceso a la propiedad intelectual o el acceso a plataformas de streaming, señala Morozov.

La crítica de Morozov al concepto de tecnofeudalismo esgrima también una puntualización en lo que respecta las diferencias entre el feudalismo y el capitalismo, entendidos como modos de producción. Morosov recurre a una explicación clásica del materialismo histórico para definir cómo los modos de producción están determinados por las formas en cómo se determinan y desarrollan las relaciones de producción, las cuales a su vez son históricas y contingentes, es decir, no pueden ser concebidas como un mero utillaje teórico capaz de ser transhistórico. Para Morozov, el feudalismo se caracterizó por una forma en la tenencia de tierra, medios de subsistencia para los campesinos quienes debían a su vez pagar un tributo a los señores, los dueños de dichas tierras. Por otro lado, los señores debían dar protección a sus vasallos, quienes trabajaban las tierras. La relación entre vasallos y señores, se extendía a dar asistencia militar en caso de así demandar o necesitar su señor. Este tipo de relaciones se inscriben dentro de lo que se conoce como el feudalismo. El desarrollo del capitalismo, si bien se engendró dentro de condiciones preexistentes, sus consecuencias cambiaron el esquema de las relaciones de producción feudales a unas donde los antiguos señores, ahora en calidad de propietarios de tierras privatizadas a partir del cerco, generaron un mercado de tierras que obligó al antiguo campesinado a vender su fuerza de trabajo a cambio de salario para adquirir lo que antes podía producir en las tierras comunales o mediante el intercambio. El capitalismo, trajo consigo la privatización de los medios de subsistencia y desarrolló su carácter de innovación y competitividad, condiciones diferentes en las que se articuló el sistema feudal. En ese sentido, la propuesta de un tecnofeudalismo realmente no se alejaría de lo ya supuesto de antemano por las condiciones de producción en el capitalismo.

Tanto la crítica de Snow y Morozov a la tendencia de ver en el capitalismo un retorno a los supuestos feudales, supone también una exposición de cómo el tecnofeudalismo, se propone de antemano visualizar en la crisis actual del capitalismo, una especie de estancamiento, un retroceso y finalmente, un colapso de la promesa del capitalismo como progreso y avance de la humanidad, un estandarte de las principales democracias liberales y sus agentes ideológicos organizados bajo las premisas del libre mercado. Guardando las debidas distancias, del capitalismo industrial decimonónico a la fecha, con la introducción y el desarrollo de nuevas tecnologías, primero analógicas y luego digitales, el trabajo asalariado y la producción e intercambio de mercancías, no han dejado de ser las principales fuentes de la producción de plusvalía. La aparición de conceptos tales como capital nube, describirían más una tendencia propia del capitalismo, que nuevas formas o relaciones de producción distintas del capitalismo, aún del denominado capitalismo posfordista. Para Henry Snow, el capital nube de Varoufakis supone un desplazamiento del componente de clase por el de identidad donde la disputa hegemónica por ocupar la nube, se encuentra ya atravesada por el despliegue de discursos supremacistas, en el caso de las agrupaciones de derecha y en el caso de las agrupaciones de izquierda, sobre lecciones de diversidad e igualdad que, en ambos casos, dejan de contemplar el componente de clase. Asimismo, para Evgeny Morozov el despliegue mismo de alternativas al capitalismo tales como el capital nube y, parafraseando a Fredric Jameson, se desprende de una lógica a la que le es más fácil imaginar el fin del mundo, que la continuidad del capitalismo —tal y como se conoce—. En todo caso, un retorno al entendimiento del capitalismo y el presente, debe por fuerza comenzar por los supuestos epistémicos sobre los cuales se despliegan sus contenidos axiomáticos, en lugar de proponer alternativas en calidad de mercancías, es decir, como cosas aparentemente autónomas, disociadas unas de otras. 

GUSTAVO CAMPOS

@pasadolejano__

Historiador